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Full text of "Delmira Agustini 1924 Los Astros Del Abismo"

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LOS ASTROS DEL ABISMO 





Edición autorizada y te- 
visada por los herederos 




DELMIRA AGUSTINI 


TOMO II 



MAXIMINO ' iARCIA, Editor 
Sarandí, 477 



«Juicio 

Quien quiera hallar plenamente en 
una composición a Delmira Agustini, 
lea su estupenda poesía, titulada “Lo 
inefable”. En ella se transparenta su 
inquietud dolorosa de la carne, del pen- 
samiento — evoquemos la lírica de 
Nietzsche — , del alma entera. Delmira 
siente el furor de vivir totalmente por 
los sentidos, totalmente por el pensa- 
miento, totalmente por todas sus po- 
tencias, de vivir totalmente. 

¡Y tan enormemente doloroso debió 
serle ese anhelo exacerbado — (anhelo, 
digamos de paso, casi puramente aní- 
mico en la bellísima obra de Rosalía 
de Castro) — que su producción de 
muchacha burguesa tomó espontánea- 
mente forma artística, hasta llegar a 
las sublimidades del sentimiento, trans- 
cendentalizadas en sublimidades del 
pensamiento, sobrepujando la obra de 
casi todas las poetisas del mundo. 

Fernando Maristanv. 


Barcelona, 1922. 



Bibliografía 


El Libro Blanco, 1907. 

Cantos de la Mañana, 1910. 
Los Cálices Vacíos, 1913. 

El Rosario de Eros, 1924. 

Los Astros del Abismo, 1924. 


En este volumen se han recogido, con el título de “La Al- 
borada” ( Parte primera) los poemitas de infancia. La fa- 
milia de la autora los exhuma a simple título de curiosidad, 
para los que quieran saber cómo se formó la poetisa. 





OELMIRAJjAGUSTINl 

De lmira Agustini une la mentalidad robusta de un 
varón, a la más sutil sensibilidad de mujer. Domina 
el concepto abstracto, como la emoción pura; y, casi 
siempre, la cerebralidad prima en ella, convirtiendo 
toda sensación en idea . La fuerza ideológica de muchos 
tic sus poemas, los pensamientos enérgicos y originales 
(pie se hallan a cada estrofa, revelan una conciencia 
másenla, para la cual, las más altas y arduas concep- 
ciones filosóficas no tienen secretos. 

Ideas profundísimas acerca del ser, del destino 
humano, del alma, del amor y de la muerte, brotan 
de su frente tempestuosa. Y esto es tanto más extra- 
ordinario cuanto que no provienen del estudio de los 
libros, sino sólo del poder de la intuición. 

No era Delmira una estudiosa, no poseía gran cultura, 
apenas conocía a los filósofos; tenía una vaga noción 
de doctrinas. Es el suyo uno de los casos intuitivos 
más sorprendentes que existen. Llegó a los más re- 
cónditos secretos humanos, ella sola, por un camino 
obscuro. . . Su conciencia, como un fluido magnético. 


9 




Delmira Agustín i 

todo lo penetra y todo lo comprende; su pensamiento 
va, como una estocada sangrienta, al fondo de las co- 
sas; su visión sutil y poderosa ve, detrás del velo de 
las apariencias, las causas y las raíces. Algunas imá- 
genes suyas son condensaciones de ideas, pomos de 
esencia mental. Parece que todo lo supiera y que no 
hubiera en el ser arcanos para ella. Ha ahondado en 
bí misma, tanto que “a veces, yo temblaba del horror 
de mi sima”, dice. También el lector tiembla, a veces, 
ante el horror de esa sima. 

‘‘Pocas veces una criatura humana ha vivido en una 
tensión más dolorosa hacia lo ideal. Como Teresa de 
Avila, la mística apasionada, Delmira, puede decir: 
“muriendo vivo”. Pero Delmira no muere, como Te- 
tesa, para un cielo místico, para un dios extra terreo o. 
Ella sueña una vida intensa y magnífica de la tierra, 
una vida en que la llama celeste encienda en criaturas 
estupendas el barro humano. Ella no sueña sólo con su 
fuente, sueña también con su carne; toda entera, con 
las ansias más obscuras de la vida, tiende hacia una 
transfiguración gloriosa. Por momentos, la intensidad 
de su anhelo hace del verso suyo el grito mismo de la 
vida, lanzado desde los abismos dolorosos del ser hacia 
las perfecciones dichosas que le están destinadas. 

Ese anhelo de una vida extraordinaria y magnífica 
— hecha de fuerza, de libertad y belleza — la arrebata 
a cada instante de la realidad, opaca y espesa, al en- 
sueño fulgurante y terrible. 

Bajó las ansias del sueño, vemos su cuerpo sufrir y 
retorcerse, como sobre un pozo. No es, ciertamente, 
“el dulce beleño” lo que bebe y lo que nos ofrece: es 


10 



Los astro s d el abismo 

ti zumo mismo de la vida, fuerte y amargo en sus heces, 
<iue halla quien busca el fondo. Las imágenes y las 
visiones que nos demuestra Delmira, son representa- 
ciones y símbolos de una realidad más alta : esencia de 
realidad apurada en la copa del sueño. (1) 

Alberto Zum Felde. 



(1) Párrafos entresacados de “Crítica de la Literatura 
Uruguaya’’ y puestos (en esta forma ) por Fernando Maris- 
tany en el prólogo de la selección “Las mejores poesías de 
los mejores poetas’’ de la Editorial Cervantes (Barcelona). 


11 



La gran poetisa, al recoger y corregir 
lo mejor de su obra para el libro que 
titulara “Los cálices vacíos”, anunció 
que preparaba “ Los asUos del abismo”, 
volumen en el que ponía sus más gran- 
des esperanzas. La muerte dejó sin 
cumplir tan levantado propósito. Del- 
mira Agustini sólo pudo forjar los poe- 
mas que aparecen en “El Rosario de 
Eros”. El editor recoge aquí un título 
que la excelsa artista creó y amó, ence- 
rrando tras él la más temprana produc- 
ción de una ciñatura tocada con todas 
las características del genio. 


13 





TROS “CANTOS DE LA MAÑANA” 



n 



La noche entró en la sala adormecida 
Arrastrando el silencio a pasos lentos... 

Los sueños son tan quedos que una herida 
Sangrar se oiría. Rueda en los momentos 

Una palabra insólita, caída 
Como una hoja de Otoño. . . Pensamientos 
Suaves tocan mi frente dolorida, 

Tal manos frescas, ¡ah!. . ..¿por qué tormentos 

Misteriosos los rostros palidecen 
Dulcemente?. . . Tus ojos me parecen 
Dos semillas de lnz entre la sombra, 

Y hay en mi alma un gran florecimiento 
Si en mí los fijas; si los bajas, siento 
Como si fuera a florecer la alfombra! 


2 


17 


La intensa realidad de un sueño lúgubre 
Puso en mis manos tu cabeza muerta ; 

Yo la apresaba como hambriento buitre. . . 
Y con más alma que en la Vida, trémula, 
Le sonreía como nadie nunca!... 

¡ Era tan mía cuando estaba muerta ! 

Hoy la he visto en la Vida, bella, impávida 
Como un triunfo estatuario, tu cabeza ! 

Mas frío me dió así que en el idilio 
Fúnebre aquel, al estrecharla muerta... 

¡ Y así la lloro hasta agotar mi vida. . . 

Así tan viva cuanto me es ajena! 


A UNA CRUZ 


EX VOTO 


Cruz que ofrendando tu infinito abrazo 
Cabe la silenciosa carretera, 

Pareces bendecir la tierra entera 
Y atarla al cielo como un férreo lazo!. . . 

Puerto de luz abierto al peregrino 
A la orilla del pálido camino!... 

Vibre en el Tiempo la sagrada hora 
Que a tu lado viví, cuando el gran brocho 
De nácar de la luna abrió una noche 
Que pareció una aurora ! . . . 

La luna alzaba dulce, dulcemente 
El velo blanco, blanco y transparente 
De prometida del Misterio; el Cielo 
Estaba vivo como un alma!... el velo, 

El velo blanco y temblador crecía 
Como una blanca y tembladora nata. . . 


lfl 


D e l m i r a Agustini 

Y la tierra inefable parecía 
Un sueño enorme de color de plata ! 

Fué un abismo de luz cada segundo, 

El límpido silencio se creería 

La voz de Dios que se explicara al Mundo! 


Como cayó en tus brazos mi alma herida 
Por todo el Mal y todo el Bien : mi alma 
Un fruto milagroso de la Vida 
Forjado a sol y madurado en sombra, 
Acogíase a ti como a una palma 
De luz en el desierto de la Sombra ! . . . 

Y la Armonía fiel que en mí murmura 
Como una extraña arteria, rompió en canto, 

Y del mármol hostil de mi escultura 
Brotó un sereno manantial de llanto!... 

Así lloré el dolor de las heridas 

Y la embriaguez opiada de las rosas . . . 
Arraigábanse en mí todas las vidas, 
Reflejábanse en mí todas las cosas!. . . 

Y a ese primer llanto : mi alma, una 
Suprema estatua, triste sin dolor, 

Se alzó en la nieve tibia de la Luna 
Como una planta en su primera flor! 


¿o 



LO INEFABLE 


Yo muero extrañamente. . . No me mata la Vida, 
No me mata la Muerte, no me mata el Am or; 

Muero de un pensamiento mudo como una herida... 
¿No habéis sentido nunca el extraño dolor 

De un pensamiento inmenso que se arraiga en la vida. 
Devorando alma y carne, y no alcanza a dar flor? 

¿ Nunca llevasteis dentro una estrella dormida 
Que os abrasaba enteros y no daba un fulgor?. . . 

Cumbre de los Martirios L . . Llevar eternamente, 
Desgarradora y árida, la trágica simiente 
Clavada en las entrañas como un diente feroz!... 

Pero arrancarla un día en una flor que abriera 
Milagrosa, inviolable!. . . Ah, más grande no fuera 
Tener entre las manos la cabeza de Dios! 


21 





LAS CORONAS 


...¿Un ensueño entrañable?... ¿Un recuerdo profundo?... 
¡ Rué un momento supremo a las puertas del Mundo ! 

El Destino me dijo maravillosamente: 

— Tus sienes son dos vivos engastes soberanos: 
elige una corona, todas van a tu frente! — 

Y yo las vi brotar de las fecundas manos, 

floridas y gloriosas, trágicas y brillantes I 
Más fría que el marmóreo cadáver de una estatua, 
miré rodar espinas, y flores, y diamantes, 
como el bagaje espléndido de una Quimera fatua. 

Luego fue un haz luciente de doradas estrellas ; 

— Toma! — dijo — son 'besos del Milagro, entre ellas 
Florecerán tus sienes como dos tierras cálidas ! . . . 

... tal pupilas que mueren, se apagaron rodando . . . 
Yo me interné en la Vida, dulcemente, soñando 
hundir mis sienes fértiles entre tus manos pálidas ! . . . 


22 



¡VIDA! 


A ti vengo en mis horas de sed como a una fuente 
Límpida, fresca, mansa, colosal. . . 

Y las punzantes sierpes de fuego mueren siempre 
En la corriente blanda y poderosa. 


Vengo a ti en mi cansancio, como al umbroso bosque 
En cuyos terciopelos profundos la Fatiga 
Se aduerme dulcemente, con música de brisas-, 

De pájaros y aguas . . . 

Y del umbroso bosque salgo siempre radiante 

Y despierta como un amanecer. 


Vengo a ti en mis heridas, como al vaso de bálsamos 
En que el Dolor se embriaga hasta morir de olvido . . . 

Y llevo 

Selladas mis heridas como las bocas muertas, 

Y por tus buenas manos vendadas de delicias. 


23 



D e l m ira A y u s i i n i 

Cuando el frío me ciñe doloroso sudario, 
Lívida vengo a ti, 

Como al rincón dorado del hogar, 

Como al Hogar universal del Sol ! . . . 

Y vuelvo toda en rosas como una primavera, 
Arropada en tu fuego. 

A ti vengo en mi orgullo, 

Como a la torre dúctil, 

Como a la torre única 

Que me izará sobre las cosas todas ! 

Sobre la cumbre misma, 

Arriscada y creciente, 

Do mi eterno Capricho ! 

Para mi vida hambrienta, 

Eres la presa única, 

Eres la presa eterna! 

El olor de tu sangre, 

El color de tu sangre 

Flamean en los picos ávidos de mis águilas. 

Vengo a ti en mi deseo, 

Como en mil devorantes abismos, toda abierta 
El alma incontenible . . . 

Y me lo ofreces todo ! . . . 

Los mares misteriosos florecidos en mundos, 

Los cielos misteriosos florecidos en astros, 

Los astros y los mundos ! 

. . . Y las constelaciones de espíritus suspensas 
Entre mundos y astros . . . 


24 



Los astros del abismo 

... Y los sueños que viven más allá de los astros, 
Más acá de los mundos. . . 

¿Cómo dejarte — ¡Vida! — 

Cómo salir del dulce corazón 
Hospitalario y pródigo, 

Como una patria fértil?... 

Si para mí la tierra, 

Si para mí el espacio, 

¡Todos! son los que abarca 
El horizonte puro de tus brazos ! . . . 

Si para mí tu más allá es la Muerte, 
Sencillamente, prodigiosamente ! . . . 




LAS ALAS 


Yo tenía... 

dos alas!. . . 

Dos alas, 

Que del Azur vivían como dos siderales 
Raíces ! . . . 

Dos alas, 

Con todos los milagros de la vida, la Muerte 
Y la ilusión. Dos alas, 

Fulmíneas 

Como el velamen de una estrella en fuga ; 
Dos alas, 

Como dos firmamentos 

Con tormentas, con calmas y con astros. . . 

¿Te acuerdas de la gloria de mis alas?. . . 
El áureo campaneo 
Del ritmo ; el inefable 
Matiz atesorando 


26 


Los astros del abismo 

El Iris todo, más un Iris nuevo 
Ofuscante y divino, 

Que adorarán las (plenas pupilas del Futuro 
(Las pupilas maduras a toda luz!) ... el vuelo. . . 

El vuelo ardiente, devorante y único, 

Que largo tiempo atormentó los cielos, 

Despertó soles, bólidos, tormentas, 

Abrillantó los rayos y los astros; 

Y la amplitud: tenían 

Calor y sombra para todo el Mundo, 

Y basta incubar un más allá pudieron. 

Un día, raramente 
Desmayada a la tierra, 

Yo me adormí en las felpas profundas de este bos- 
Soñé divinas cosas!. . . [que. . . 

Una sonrisa' tuya me despertó, paréceme. . . 

Y no siento mis alas ! . . . 

Mis alas?. . . 

— Yo las vi deshacerse entre mis brazos. . . 

¡ Era como un deshielo! ! 




27 




UN ALMA 


Bajo los grandes cielos 
Afelpados de sombras o dorados de soles, 
Arropada en el manto 
Pálido y torrencial de mi melancolía, 

Con una astral indiferencia miro 
Pasar las intemperies. . . 

Ceños 

De los reconcentrados horizontes; 
Aletazos de fuego del relámpago ; 
Deshielos de las nubes; 

Fantásticos tropeles 
Desmelenados de los huracanes; 

Pórticos esmaltados de los iris, 

Abiertos a las fúlgidas bonanzas : 

Pasad!. . . Yo miro indiferente y fija, 
Indiferente y fija como un astro! 


28 



EL NUDO 


Su idilio fue una larga sonrisa a cuatro labios. . . 

En el rezago cálido de rubia primavera 
Amáronse talmente que entre sus dedos sabios 
Palpitó la divina forma de la Quimera. 

En los palacios fúlgidos de las tardes en calma 
Hablábanse un lenguaje sentido como un lloro, 

Y se besaban hondo hasta morderse el alma ! . . . 

Las horas deshojáronse como flores de oro, 

Y el Destino interpuso sus dos manos heladas . . . 
¡Ah! los cuerpos cedieron, mas las almas trenzadas 
Son el más intrincado nudo que nunca fué . . . 

En lucha con sus locos enredos sobrehumanos 
Las Furias de la vida se rompieron las manos 

Y fatigó sus dedos supremos Ananké . . . 


2í> 





FUÉ AL PASAR 


Yo creí que tus ojos anegaban el mundo. . . 

Abiertos como bocas en clamor. . . Tan dolientes 
Que un corazón partido en dos trozos ardientes 
Parecieron . . . Fluían de tu rostro profundo 

Como dos manantiales graves y venenosos . . . 
Fraguas a fuego y sombra tus pupilas ! . . . tan hondas 
Que no sé desde dónde me miraban, redondas 

Y oscuras como mundos lontanos y medrosos. 

;Ah, tus ojos tristísimos como dos galerías 
Abiertas al Poniente!. . . Y las sendas sombrías 
De tus ojeras donde reconocí mis rastros!. . . 

Yo envolví en un gran gesto mi horror como en un 

Y me alejé creyendo que cuajaba en el cielo [velo, 
La medianoche húmeda de tu mirar sin astros! 


20 



Engastada en mis manos fulguraba 
<•<>1110 extraña presea, tu cabeza; 
yo la ideaba estuches, y preciaba 
lux. n luz, sombra a sombra su belleza. 

En tus ojosítal vez se concentraba 
la vida, como un filtro de tristeza 
en dos vasos profundos... Yo soñaba 
<|iie era una flor del mármol tu cabeza. . . 

Cuando en tu frente nacarada a luna, 
como un monstruo en la paz de una laguna, 
surgió un enorme ensueño taciturno. . . 

¡Ah! tu cabeza me asustó... Fluía 
<le ella una ignota vida. . . Parecía 
no sé qué mundo anónimo y nocturno. . . 

31 




PRIMAVERA 


¡Olí despertar glorioso de mi lira 
Transfigurada, poderosa, libre, 

Con los brazos abiertos tal dos alas 
Fúlgidas apuntadas al futuro! 

¡Oh despertar glorioso de mi lira 

Como un sol nuevo sobre un nuevo mundo ! 

No más soñar en afelpados bosques; 

No más soñar sobre acolchadas playas!... 
Reconcentren sus sombras los abismos; 
Empínense soberbias las montañas; 

Limpien los lagos sus espejos vivos; 

El mar con voz, espumas, olas nuevas 
Misterie de sirenas ignoradas; 

Los labios de otras flores más brillantes 
Rían a otros picos y otras alas; 

En los vergeles estelareá ardan 
Otras maravillosas florescencias; 

Oscurezca el dolor sus alas negras; 
Agucen sus aceros las tormentas; 


32 




El rincón predilecto de Delmíra en la sala familiar. 
(En un asiento, aparecen sus muflecas. ) 





h <> s astros del abismo 

Todo el amor del Mundo reflorezca 
Mu palpitantes cármenes liumanos; 

Al resplandor dé incendio del Orgullo 
(Jiña el liada sombría de la Tierra 
El tesoro fecundo de sus joyas! 

Los brazos de mi lira se lian abierto 
Sobre una melodiosa primavera 
Que encantará las cosas más lejanas, 

Mas más inaccesibles, las más áridas! 

Mi lira era un caipullo; sus dos brazos 
Abrieron armoniosos como pétalos 
De una animada flor maravillosa 
Dorada a sol y electrizada a luna! 

Los brazos de mi lira se han abierto 
Duros y ardientes como el fuego; ebrios 
Del ansia visionaria de un abrazo 
Tan grande, tan potente, tan amante 
Que haga besarse el fango con los astros . . . 

Y otras cosas más bajas y sombrías 
Con otras más brillantes y más altas! !. . . 

¡Oh! mi lira de brazos como pétalos 
¡Flor la más rara de esta primavera! 



33 



LOS RELICARIOS DULCES 


Hace tiempo, algún alma ya borrada fue mía... 

Se nutrió de mi sombra... Siempre que yo quería 
El abanico de oro de su risa'se abría, 

O su llanto sangraba una corriente más; 

Alma que yo ondulaba tal una cabellera 
Derramada en mis manos. . . Flor del fuego y la cora... 
Murió de una tristeza mía. . . Tan dúctil era, 

Tan fiel, que a veces dudo si pudo ser jamás. . . 




PEQUEÑOS MOTIVOS 





POEMAS 


EL DIAMANTE 


I loy, en una mano burda, instintiva, deforme, he visto 
el diamante más bello que pueda encender el Milagro- 
Parecía vivo y doloroso como un espíritu desolado. . . 
Vi Huir de su luz una sombra tan triste, que he llorado 
por él y por todos los helios diamantes extraviados 
en manos deformes... 


EL BAUDAL 

A veces, cuando el amado y yo soñamos en silencio, 
un silencio agudo y profundo como el acecho de un 
sonido insólito y misterioso — siento como si su alma 
y la mía corrieran lejanamente, por yo no sé qué tie- 
rras nunca vistas, en un raudal potente y rumoroso . . . 


37 


1) c l m i r a Agustini 


LOS RETRATOS 

Si os asomarais a mi alma como a una estancia pro- 
funda, veríais cuánto la entenebrece e ilumina la in- 
trincada galería de los Desconocidos . . . Figuras incóg- 
nitas que, acaso, una sola vez en la vida pasaron por 
mi lado sin mirarme, y están fijas allá dentro como 
clavadas con astros . . . 



38 



EL LIBRO BLANCO 






EL POETA LEVA EL ANCLA 

El ancla de oro canta. . . la vela azul asciende 
Como el ala de un sueño abierta al nuevo día. 

Partamos, musa mía! 

Ante la prora alegre un bello mar se extiende. 

En el oriente claro como un cristal, esplende 
El fanal sonrosado de Aurora. Eantasía 
Estrena un raro traje lleno de pedrería 
Para vagar brillante ipor las olas. 

Ya tiende 

La vela azul a Eolo su oriflama de raso . . . 

¡El momento supremo!... Yo me estremezco; ¿acaso 
Sueño lo que me aguarda en los mundos no vistos?. . . 

¿Tal vez un fresco ramo de laureles fragantes, 

El toisón reluciente, el cetro de diamantes, 

El naufragio o la eterna corona de los Cristos?. . . 


41 


POR CAMPOS DE ENSUEÑO 


Pasó humeante el tropel de los potros salvajes! 
Feroces los hocicos, hirsutos los pelajes, 

Las crines extendidas, bravias, tal bordones, 
Pasaron como pasan los fieros aquilones ! 

Y luego fueron águilas de sombríos plumajes 
Trayendo de sus cumbres magníficas visiones 
Con el sereno vuelo de las inspiraciones 
Augustas, con soberbias de olímpicos linajes, 

Cruzaron hacia Oriente la limpidez del cielo; 
Tras ellas como cándida hostia que alzara el vuelo, 
Una paloma blanca como la nieve asoma, 

Yo olvido el ave egregia y el bruto que foguea 
Pensando que en los cielos solemnes de la Idea 
A veces es muy bella, muy bella una paloma ! 


42 



NOCHE DE REYES 


“Tenía en las pupilas un brillo nunca visto, 

Era rubio, muy dulce y se llamaba Cristo!. . . ” 

— ¡ Ah, sigue ! — el mago erguía la frente soberana — 
— “Mi copa es del Oriente, es sagrado este vino. — 
“Allá en Betlheem, un día legendario y divino, 

“Yo vi nacer al niño de estirpe sobrehumana. 

“La Miseria lamía su mano... porcelana 
“Celeste con el sello de un trágico destino; 

“Y El sonreía siempre a la Miseria, al sino, 

“Al cordero de nieve, a la cruz del Mañana. . . ” 

Era mi Dios! ¡Ah Cristo, mi piedad os reclama. 
Mi labio aún está dulce de la oración que os llama! 
Peregrinando cultos, mi rubio, infausto Dios, 

No estragué de mi fe los armiños prístinos, 

I A.li ! por todo-s los templos, por todos los caminos, 
Divagando sonámbula, yo marchaba hacia Vos... 


43 


LA SED 


Tengo sed, sed ardiente ! — dije a la maga, y ella 
Me ofreció de sus néctares. — Eso no, me empalaga ! — 
Luego, una rara fruta, con sus dedos de maga, 
Exprimió en una copa clara como una estrella; 

Y un brillo de rubíes hubo en la copa bella. 

Yo probé. — Es dulce, dulce. Hay días que me halaga 
Tanta miel, pero hoy me repugna, me estraga ! — 

Vi pasar por los ojos del hada una centella. 

Y por un verde valle perfumado y brillante, 
Llevóme hasta una clara corriente de diamante. 

— Debe ! — dijo. — Yo ardía, mi pecho era una fragua. 
Bebí, bebí, bebí la linfa cristalina . . . 

¡Oh frescura! ¡oh pureza! ¡oh sensación divina! 

— Gracias, maga, y bendita la limpidez del agua ! 


44 



REBELIÓN 


La rima es el tirano empurpurado, 

Es el estigma del esclavo, el grillo 
Que acongoja la mai’clia de la Idea. 

No aleguéis que es de oro! El Pensamiento 
No se esclaviza a un vil cascabeleo! 

Ha de ser libre de escalar las cumbres 
Entero como un dios, la crin revuelta, 

La frente al sol, al viento. ¿Acaso importa 
Que adorne el ala lo que oprime el vuelo? 

Él es por sí, por su divina esencia, 
Música, luz, color, fuerza, belleza ! 

¿ A qué el carmín, los perfumados pomos?. . . 
I Por qué ceñir sus manos enguantadas 
A herir teclados y brindar bombones 
Si libres pueden cosechar estrellas, 

Desviar montañas, empuñar los rayos? 


I) t l m ira A g u s t i r < 


¡ Si la cruz de sus brazos redentores 
Auarca el mundo y acaricia el cielo! 

Y la Belleza sufre y se subleva. . . 

¡ Si es herir a la diosa en pleno pecho 
Mermar el torso divinal de Apolo 
Para ajustarlo a ínfima librea! 

Para morir como su ley impone 
El mar no quiere diques, quiere playas! 
Así la Idea cuando surca el verso 
Quiere al final de la ardua galería, 

Más que una puerta de cristal o de oro, 
La pampa abierta que le grita “¡Libre!” 



4ti 




Miradla, así, sobro el follaje oscuro 
Recortar la silueta soberana... 

¿No parece el retoño prematuro 
l)e una gran raza que será mañana? 


Así una raza inconmovible, sana, 
Tallada a golpes sobre mármol duro, 
De las vastas campañas del futuro 
Desalojara a la familia humana! 


Miradla así — de hinojos ! — en augusta 
Calma imponer la desnudez que asusta!. . . 
Dios ! . . . Moved ese cuerpo, dadle un alma ! 
Ved la grandeza que en su forma duerme. . . 
¡Vedlo allá arriba, miserable, inerme, 

Más pobre que un gusano, siempre en calma ! 


47 



RACHA DE CUMBRES 


El soberbio regazo de curvatura extraña 
En ademán solemne nos brinda la montaña. 

Subamos. De la cumbre, del reino de las alas 
Expulsemos los cóndores, expulsemos las águilas. 

. Allá la novia Nieve abre su blanco velo 
Que tiembla y que desmaya a los besos del cielo. 

.Y el mar al pie, agolpándose en la ipiedra y la arena, 
Rompe, azota, revuelca su intrincada melena. 

Allá surge la idea de un formidable mito . . . 

Abajo lo insondable, arriba lo infinito. 

Súbito al peregrino rumor de nuestra planta 
Con ímpetu salvaje un ave se levanta. 

Son grandes, son soberbias las aves de las cumbres, 
Sus ojos tienen fríos, olímpicos vislumbres. 


48 


Los astros del abismo 


Abismos palpitantes, enigmas de plumaje, 

Su vuelo es un nervioso martilleo salvaje. 

Sus pupilas brillantes, sus pupilas oscuras, 

Dan un vértigo raro : un vértigo de alturas . . . 

¡ Miradas encendidas en las cumbres ! . . . su vuelo 
Tiene una ley y un límite : el capricho y el cielo . 

Y el pico corvo, enérgico: dominio y arrogancia! 

El pico soberano del águila de Francia! 

Y huyen como si hubieran mirado el Pensamiento . . . 
— La montaña parece crecer para el momento. — 

¿Presentirán sus alas tu misterioso alaje?... 

El asombro ha debido dilatar el paisaje. 

Y cuando allá en la cumbre, como un sol que flamea, 
Pabellón de la Vida se levante la Idea, 

Parecerá Natura un divino homenaje! 



4 


49 




EL HADA COLOR DE ROSA 


El hada colór de rosa que mira como un diamante, 
El hada color de rosa que charla como un bulbul, 

A mi palacio una aurora llegó en su carro brillante, 
Esparciendo por mis salas un perfume de Estambul. 

■ — Toma — y una esbelta lira de oro me dio — en cija 

[cante 

La musa de tus ensueños sus parques, el cisne azul 
Que tiende en los lagos de oro su cuello siempre al 

[Levante, 

Y Helena que pasa envuelta en la neblina de un tul. 

Busca la rima y el ritmo de un humo, de una fragan- 
cia, 

Y en perlas de luz desgrana las risas de Extravagancia 
•Que muestra los dientes blancos a Zoilo de adusto ceño. 

Canta en la aurora rosada, canta en la tarde de plata 

Y cuando el sol, como un rey, muera en su manto.es- 

[ car lata. 

Mientras que la noche llega, ensaya un ritmo y un 

[sueño ! 


50 




LA MUSA 


Yo la quiero cambiante, misteriosa y compleja; 
Con dos ojos de abismo que se vuelvan fanales; 

En su boca, una fruta perfumada y bermeja 
Que destile más miel que los rubios panales, 


A veces nos asalte un aguijón de abeja; 

Una raptos feroces a gestos imperiales 

Y sorprenda en su risa el dolor de una queja; 

En sus manos asombren caricias y puñales! 

Y que vibre, y desmaye, y llore, y ruja, y cante, 

Y sea águila, tigre, paloma en un instante, 

Que el Universo quepa en sus ansias divinas ; 
Tenga una voz que hiele, que suspenda, que inflame, 

Y una frente que erguida su corona reclame 

He rosas, de diamantes, de estrellas o de espinas! 


51 



Un campo muy vasto de ensueño y milagro. 

Las tierras labradas soñando simiente 

Y súbito un hombre de olímpica frente 
Que emperla los surcos de ardientes rubíes. 

— i Qué siembras? — le digo — 4 delira tu mente? 

— Mi sangre que es lumbre. . . ¡mi sangre! — contesta — 

Verás algún día la mágica fiesta 

De luz de mis campos; si quieres, hoy, ríe! 

— 4 Reir? eso nunca ¡respeto lo ignoto! 

Me apiada la angustia grabada en tu cara 
La angustia que implica tu siembra, tan rara ! 

— Verás algún día mis campos en flor! 

Hoy mira mi herida — mostróme su pecho 

Y en él una boca sangrienta — hoy repara 
En mí la congoja de un cuerpo deshecho • 

Mañana a tus ojos seré como un dios! 


52 



Los astros del abismo 


— Tal vez, tal vez . . . dije — ¡ Seguro, seguro ! 
Se lene hoy esboza su rostro de cera, 

'Tros veces que nazca, tres veces que muera 
Y vuelve a mis campos tu brillo de aurora! 


Pasaron tres lunas, tres lunas de (plata, 

— tres lunas de hierro! soñaba en mi espera. 
Del hombre que hiciera la siembra escarlata 
Marché hacia la extraña, magnífica flora. 


— Hay hondas visiones, visiones que hielan, 
Visiones que amargan por toda una vida! — 

La luz anunciada, la luz bendecida 
Llenando los campos en forma de flor ! 

Y. . . en medio. . . un cadáver. . . crispadas las manos 
— Murieron ahondando la trágica herida — 

Y en todo una nube de extraños gusanos 
Babeando rastreros el sacro fulgor! 



53 




NARDOS 


En la sala medrosa 
Entró la noche y me encontró soñando. 

En el vaso chinesco, sobre el piano 
Como un gran horizonte misterioso, 

El haz de esbeltas flores opalinas 
Da su perfume; un cálido perfume 
Que surge ardiente de las suaves ceras 
Florales, tal la llama de los cirios. 

Blandamente yo entorno 
Los ojos y abandonóme a sus ondas 
Como un náufrago al juicio de los mares. 

De las flores me llegan dos perfumes 
Flotando en el cansancio de la hora, 

Uno que es mirra y miel de los sentidos 
Y otro grave y profundo que entra al alma, 
Abierta toda, como se entra al templo. 


54 


Los astros del abismo 

Y me parece que en la sombra vaga 
Surgir los veo de las ñores pálidas, 

Y tienen bellas formas, raras formas . . . 

Lino es un mago ardiente de oro y púrpuras, 

Otro una monja de color de cera 

■Como un gran cirio erguida, 

Y con dos manos afiladas, lívidas, 

Que me abren amplias puertas ignoradas 
Que yo cruzo temblando. 

Muchas cosas me cuentan, muchas cosas, 

Las flores de ópalo en su extraña lengua; 

Cosas tan raras y hondas, tan difusas 
En el fondo de sombras de la sala, 

Que he llegado a pensarme un gran vidente 
Que leyera en la calma de las cosas 
Formidables secretos de la vida! 

¡ Oh flores, me embriagáis y sois tan blancas ! 
Tan blancas que alumbráis y yo os contemplo 
Como el sello de Dios en las tinieblas. 

¡ Oh flores, hablad mucho ! Acá en la sombra 
Vuestras voces me llegan 
Como a través del muro inderrocable 
Que separa la Muerte de la Vida. 

Siento venir el sueño. 

Vuestro perfume en sus calladas ondas. 

Como a un rey oriental que navegara 
Majestuoso de imperio y de pereza 
En su barca pomtposa, a mí le trae! 


55 



Del m ira Agustín 

¡ Oh flores, hablad más, habladme muebo ! 
Y'uestra voz no es tan clara. Decid, flores, 

En la muerte invariable de esa estatua 
¿No hay una extraña vida! Decid, flores, 

¿Las tinieblas no son una compacta 
Procesión de mujeres enlutadas 
Marchando hacia la luz! Decidme flores, 

¿Qué sabéis del misterio de la vida. . . 

De la inmensa leyenda del Calvario . . . 

Qué del vuelo supremo de las almas ? . . . 


Las cavernas del sueño: decid, flores, 
¿No serán ... el oasis . . . de la vida? . . . 



MI ORACIÓN 


Mi templo está allá lejos, tras de la selva huraña. 
Allá salvaje y triste mi altar es la montaña, 

Mi cúpula los cielos, mi cáliz el de un lirio; 

Allá, cuando en las tardes lentas, la mano extraña 
Del crepúsculo enciende en cada estrella un cirio, 

Por entre los fantasmas y las calmas del monte, 

Va mi musa errabunda, abriendo un horizonte 
En cada ademán. . . Hija del Orgullo y la Sombra, 
Con los ojos más fieros e intrincados que el monte, 
Pasa, y el alma grave de la selva se asombra. 

Y allá en las tardes tristes, al pie de la montaña, 
Serena, blanca, muda, con esplendores de astro, 

Erige la plegaria su torre de alabastro. . . 

Y es la oración más honda para mi musa extraña, 

Tal vez porque hay en ella la voz de la montaña 

Y el homenaje mudo de la natura grave. . . 

Es la oración del alma, flor grandiosa y huraña 
De los grandes desiertos. En los templos no cabe. 


57 



Mi musa tomó un día la placentera ruta 
De los campos fragantes; ornada de alboholes, 
Perfumando sus labios en la miel de la fruta 
Y dorando su cuerpo al fuego de los soles, 


Vivió como una ninfa: desnuda, en fresca gruta, 
Engalanando espejos de lagos tornasoles 
La gran garza rosada de su forma impoluta. 
Volvió a mí como el oro de luz de los crisoles, 

Más pura; los cabellos emperlados de gotas 
Lucientes y prendidos de abrojos ; trajo notas 
De pájaro silvestre, más frescura y más fuego . . . 
Yo peinóla y vestíla sus parisinas galas, 

Y ella hoy grave pasea por mis brillantes salas 
Un gran aire salvaje y un perfume de espliego. 


58 




CARNAVAL 


Frufrúes, tintines, 

Sedas, cascabeles, 

Collares de risas, 

Chillidos alegres! 

— ¿ Quién es ? . . . Adelante ! 

— Soy yo . . . Carnaval ! 
(Tintines, perfumes, 

Reir de cristal) . 

Vibrante mancebo 
De vividos ojos, 

(Cuentas, lentejuelas, 
Cintarajos rojos) . 

— ¿Qué buscas? — Tus rimas, 
Verás cual se alegran! 

Darélas sonrisas, 

Y flores, y perlas! 


59 


Lf e l m ira Agustín i 

Entre finos pajes 

Y suaves duquesas, 

Y blancas pelucas 

De antiguas princesas; 

Risas, jugueteos, 

Estallar de flores! 

Luchas perfumadas! 

Lluvias de colores! 

Saltando en los labios 
De extraña careta, 

El chiste que punza 
Como una saeta! 

Jugando en el baile 
El pie de satín, 

Lloviznen los labios 
Perlado reir! 

Hervor de champaña, 

Chocar de cristales, 

Crujidos de sedas 

Y risas triunfales. 

Collares, diademas, 

Y cintas y tules, 

Y estrellas doradas, 

Y cuentas azules! 

«o 



Los astros del abismo 

(Tintines, perfumes, 

Perlado reir) . 

— 4 Por qué estás alegre? 

— Ño sel!... Porque sí! 


— Ya tienes mis rimas, 

Muñeco sonoro, 

Yo adoro tu charla, 

Tus risas adoro, 

Tus cuentas chillonas 
Y tus lazos rojos, 

Mas, dime: ¿tu alma? 

— Ven! Mira en mis ojos! 

Miré, busqué el fondo 
Con rara ansiedad, 

Vi un pozo muy frío, muy negro, muy hondo, 
Y dentro la horrenda serpiente del mal! 


(Tintines, perfumes, 
Reir de cristal) . 




oí 



DE MI NUMEN A LA MUERTE 


Emperatriz sombría, 

Si un día, 

Herido de un capricho misterioso y aciago, 

Yo llegara a tu torre sombría 
Con mi leve y espléndido bagaje de rey mago 
A volcar en tu copa de mármol mis martirios, 
Sellarás más tu puerta y apagarás tus cirios. . . 


En mi raro tesoro, 

Hay, entre los diamantes y los topacios de oro, 
Y el gran rubí sangriento como enconada herida, 
El capullo azulado y ardiente de una estrella 
Que ha de abrir a los ojos suspensos de la Vida, 
Con una lumbre nueva, inmarcesible y bella! 




EL POETA Y LA DIOSA 


Entré temblando a la gruta 
Misteriosa cuya puerta 
Cubre una mampara hirsuta 
De cardos y de cicuta. 

Crucé temblando la incierta 


Sombra de una galería 
En que acechar parecía 
La guadaña de la muerte. 

— El Miedo erguido blandía 
Como un triunfo mi alma fuerte. — 


Un roce de terciopelo 
Siento en el rostro, en la mano. 
— Arañas tendiendo un velo — 
¡A cada paso en el suelo 
Siento que aplasto un gusano! 


63 




D e l m i r a Agustín 

A una vaga luz de plata, 

En cámara misteriosa, 

Mi fiera boca escarlata 
Besó la olímpica nata 
Del albo pie de la diosa ! 


— Brillante como una estrella, 
Da diosa nubla su rara 
Faz enigmática y bella, 

Con densa gasa: sin ella 
Dicen que el verla cegara — 

Ebrio de ensueños, del hada, 

— Es hada y diosa — y la helada 
Luz de su mística estancia, 

Alzo mi copa labrada 
Y digo trémulo: Escancia! 


Con sus dedos sibilinos 
Como un enigma que inspira, 
En cien vasos opalinos 
Escancióme raros vinos 
A la sombra de una lira . . . 

Un verde licor violento 
Tras cuyos almos delirios 
Acecha un diablo sangriento; 
Otro color pensamiento 
Con sueños a luz de cirios . . . 


64 



Ii O S 


astros del abismo 


Y nobles zumos añejos 
Con la fuerza de lo puro, 
Vinos nuevos con reflejos 
Im/previstos y los dejos 
De un sumo néctar futuro. 


Y gusté todos los vinos 
De la maga, todos finos 
Y — ¡oh, Dios ! — de distintos modos, 
Todos deliciosos, bellos ! . . . 

La maga dijo: — ¿Cuál de ellos í. . . — 
— Poned un poco de todosd 



EL P0ET1A Y LA ILUSIÓN 


La princesita hipsipilo, la vibrátil filigrana, 

— Princesita ojos turquesas esculpida en porcelana — 
Llamó una noche a mi puerta con sus manitas de lis. 
Vibró el cristal de su voz como una flauta galana/ 

— Yo sé que tu vida es gris. 

Yo tengo el alma de rosa, frescuras de flor temprana, 
Vengo de un bello país 
A ser tu musa y tu hermana! — 

Un abrazo de alabastro . . . luego en el clavel sonoro 
De .su boca, miel suavísima ; nube de perfume y oro 
La pomposa cabellera me inundó como un diluvio. 

O miel, frescuras, perfumes ! . . . Súbito el sueño, la 

[sombra 

Que embriaga ... Y, cuando despierto, el sol que alum- 
bra en mi alfombra 

Un falso rubí muy rojo y un falso rizo muy rubio! 


6H 




UNA CHISOPA 


Fué un ensueño de fuego 
Con luces fascinantes 
Y fieras de rabíes tal heridos diamantes; 

Rayo de sangre y fuego 

Incendió de oro y púrpura todo mi Oriente gris. 
Me quedé como ciego. . . 

¡ Qué luz ! . . . - i Y luego, y luego? . . . 

— ¿Luego?. . , El Oriente gris. . . 



67 




BATIENDO LA SELVA 


Cuando cruzas la selva tras los corzos sedeños 

Y albos; la melena feroz, los ojos crueles, 

Entre la blanca fuga de tus raros lebreles, 

Sobre el corcel de nieve, Nemrod de los ensueños, 

Yo deleito mi oído en el vuelo sonoro 
Del alma misteriosa de tu olifante de oro, 

Y golosa y alegre sonrío a la promesa 

De la caza exquisita que aromará tu mesa. 



68 




MI MUSA TRISTE 


Vagos preludios. En la noche espléndida 
Su voz de perlas una fuente calla, 

Cuelgan las brisas sus celestes pífanos 
En el follaje. Las cabezas pardas 
De los buhos acechan. 

Las flores se abren más, como asombradas 
Los cisnes de marfil tienden los cuellos 
En las lagunas pálidas. 

Selene mira del azul. Las frondas 
Tiemblan. . . y todo! hasta el silencio, calla. 


Es que ella pasa con su boca triste 
Y el gran misterio de sus ojos de ámbar, 
A través de la noche, hacia el olvido, 

Como una estrella fugitiva y blanca. 
Como una destronada reina exótica 
De bellos gestos y palabras raras. 


69 



D. e l m i r a A g u s t i n i 

Horizontes violados sus ojeras. 

Dentro, sus ojos — dos estrellas de ámbar — 

Se abren cansados y húmedos y tristes 
Como llagas de luz que se quejaran. 

Es un dolor que vive y que no espera, 

Es una aurora gris que se levanta 
Del gran lecho de sombras de la noche, 

(Cansada ya, sin esplendor, sin ansias 

Y sus canciones son como hadas tristes 

Alhajadas de lágrimas . . . 

Las cuerdas de las liras 
Son fibras de las almas. — 

Sangre de amargas viñas, nobles viñas, 

En vasos regios de belleza, escancia 
A manos de marfil, labios tallados 
Como blasones de una estirpe magna. 

Príncipes raros del Ensueño! Ellos . 

Han visto erguida su cabeza lánguida. 

Y la oyeron reir, porque a sus ojos 
Vibra y se expande en flor de aristocracias. 

Y su alma limpia como el fuego alumbra, 

Como una estrella en sus pupilas de ámbar; 

Mas basta una mirada, un roce apenas, 

El eco acaso de una voz profana, 

Y el alma blanca y limpia se concentra 
Como una flor de luz que se cerrara ! 


70 



Los 


astros del abismo 


Sobre el mar que los cielos del Ensueño retrata 
Alza mi torre azul su capitel de plata 
Que Eolo pulsa rara, dulcemente; suspira 
Al pie la vaga ola su vaga serenata 

Y yo sueño en los cantos que duermen en mi lira. 
Cuando un ave vibrante de plumaje escarlata 
En la ventana abierta se detiene y me mira: 

¿Qué haces? — dice; allá abajo es primavera! — Inspira 

Ansia de sol, de rosas, de caricias, de vida, 

La mágica palabra! Vuela el ave encendida. 

Yo bajo, desamarro mi yate marfileño 
Y corto mares hacia la alegre primavera. 

A mi espalda, en las olas, solitaria y austera 
Mi torre azul se yergue como un largo “Ave Ensueño !” 



71 



MIS IDOLOS 


En el templo colmado de adoraciones graves, 
Entre largos silencios y penumbras muy suaves, 
Se alzaban revistiendo majestades supremas; 
Eran muchos y varios, y a todos yo adoraba 
Por igual y a sus pies yo las horas dejaba 
Pasar, mudas y lentas, dibujando zalemas 

Y deshojando orquídeas, entre olores complejos 
De maderas de Arabia y de pétalos viejos. 

Mi fe era inconmovible, pintorescos mis ritos ; 
Prestigiados mis ídolos por los más bellos mitos, 
Me llegaban de tierras no vistas, de muy lejos, 
Menudos y enigmáticos, en estuches preciosos, 

Y los amé por raros, pulidos y pomposos. 

Y los había bellos hasta el dolor, y feos 
Hasta la risa; irónicos, con afilados dientes 
Que desgarran sonriendo; rostros de camafeos 
Engarzados en cuerpos dúctiles de serpientes ; 


72 




Los astros del abismo 


Monstruos dioses con gestos indecisos y varios, 

— Miradas de demonios sobre sonrisas santas — 

Y en todos el gran sello de raro que a sus plantas 
Hacía arder mis pupilas como dos incensarios. 

Y era tal mi piedad, y era tal mi cariño 
Que a sus pies todo de ellos mi corazón dormía, 
Como un vaso sellado que amenaza de lleno, 

O el gran capullo, hinchado, de un gran lirio de armiño. 

Y mi vida en un éxtasis dulcemente yacía 
Como un gran lago límpido que reflejara el cielo . 

Así bajo los rostros sombríos y risueños 
Yo viví sin vivir, largo tiempo, rezando 
O en la rueca tranquila de las horas hilando 
Los copos impecables de una seda de ensueños. 


Cuando a través del tiempo se abrió la inmensa puer- 
Rechinaron cruelmente los goznes enmohecidos, [ta, 

Y yo cerré a la luz mis. ojos entumidos. . . 

Luego en la gloria de oro de la luz viva y cierta, 
Entre un perfume alegre de flores campesinas, 

Que sacudió mi espesa borrachera de incienso, 

Surgió un ídolo nuevo, palpitante e inmenso ! 

Y eran sus divinas pupilas casi humanas 

Y sus divinos labios reían a la vida . 

Yo miré largamente la gran figura erguida 

Sin descubrir las viejas frialdades sobrehumanas. 


73 



D e l w- i r a Agustini 

Y comparé mis ídolos imperiosos, irguiendo 
Fieramente sns frágiles monstruosidades, y este 
Dios que a la vida exhibe como una flor, sonriendo 
Los sellos indelebles de una estirpe celeste . . . 

Y escuché en mí una extraña discusión de mil voces . . . 
Súbito una alocada racha de primavera 
Jugueteó entre mis ídolos. . . vacilaron. . . cayeron. . . 

Y hubo un gran ruido alegre de porcelana huera! 

Yo reí y en mí, fiera, noblemente, surgieron 

En unísono coro las misteriosas voces, 

Cantando las eternas victorias de la vida ! 

Luego, con los brillantes escombros formé un claro 
Altar para el dios nuevo que reinó, simple y fuerte, 

En la belleza austera del templo de lo raro 
Donde todo vivía como herido de muerte. 

Y quité el polvo viejo, las corolas marchitas, 

Y traje de los campos alegres margaritas 
De vividas corolas y de perfume santo. 

Y ofrendé al nuevo dios mi corazón que abría 
Como una flor de sangre, de amor y de armonía . 

Y le adoré con ansias y le adoré con llanto ! 



MISTERIO: VEN... 


Ven, oye, yo te evoco. 

Extraño amado de mi musa extraña, 
Ven, tú, el que meces los enigmas hondos 
En el vibrar de las pupilas cálidas. 

El que ahondas los cauces de amatista 
De las ojeras cárdenas... 
Ven, oye, yo te evoco, 
Extraño amado de mi musa extraña! 


Ven, tú, el que imprimes un solemne ritmo 
Al parpadeo de la tumba helada ; 

El que dictas los lúgubres acentos 
Del decir hondo de las sombras trágicas. 
Ven, tú, el poeta abrumador, que pulsas 
La lira del silencio: la más rara! 

La de las largas vibraciones mudas, 

La que se acorda al diapasón del alma! 

Ven, oye, yo te evoco, 

Extraño amado de mi musa extraña! 


75 



D e l m i r a Agustín i 


Ven, acércate a mí, que en mis pupilas 
Se hundan las tuyas en tenaz mirada, 
Vislumbre en ellas, el sublime enigma 

Del más allá, que espanta . . . 
Ven . . . acércate más . . . clava en mis labios 
Tus fríos labios de ámbar, 
Guste yo en ellos el sabor ignoto 
De la esencia enervante de tu alma ! . . . 


Ven, oye, yo te evoco, 
Extraño amado de mi musa extraña! 



76 




INTIMA 


Yo te diré los sueños de mi vida 
En lo más hondo de la noche azul. . . 

Mi alma desnuda temblará en tus manos, 
Sobre tus hombros pesará mi cruz. 

lias cumbres de la vida son tan solas, 

Tan solas y tan frías! Yo encerré 
Mis ansias en mí misma, y toda entera 
Como una torre de marfil me alcé. 

Hoy abriré a tu alma el gran misterio; 
Ella es ca¡paz de penetrar en mí . 

En el silencio hay vértigos de abismo : 

Yo vacilaba, me sostengo en ti. 

Muero de ensueños; beberé en tus fuentes 
Puras y frescas la verdad; yo sé 
Que está en el fondo magno de tu (pecho 
El manantial que vencerá mi sed. 


77 


1) e l m i r a Agustín i 


Y sé que en nuestras vidas se produjo 
El milagro inefable del reflejo . . . 

En el silencio de la noche mi alma 
Llega a la tuya como a un gran espejo. 

Imagina el amor que habré soñado 
En la tumba glacial de mi silencio ! 

Más grande que la vida, más que el sueño, 
Bajo el azur sin fin se sintió preso. 

Imagina mi amor, amor que quiere 
Vida imposible, vida sobrehumana, 

Tú que sabes si pesan, si consumen 
Alma y sueños de olimpo en carne humana. 

Y cuando frente al alma que sentía 
Poco el azur para bañar sus alas, 

Como un gran horizonte aurisolado 
O una playa de luz, se abrió tu alma: 

Imagina! Estrechar vivo, radiante 
El Imposible ! La ilusión vivida ! 

Bendije a Dios, al sol, la flor, el aire, 

La vida toda porque tú eras vida! 


Si con angustia yo compré esta dicha, 
Bendito el llanto que manchó mis ojos! 
¡Todas las llagas del pasado ríen 
Al sol naciente por sus labios rojos! 


78 



Los astros del abismo 


• * 

¡Ah! tú sabrás nú amor, mas vamos lejos 
A través de la noche florecida ; 

Acá lo humano asusta, acá se oye, 

Se ve, se siente sin cesar la vida. 

Vamos más lejos en la noche, vamos 
Donde ni un eco repercuta en mí, 

Como una flor nocturna allá en la sombra 
l'o abriré dulcemente para tí. 



79 



EXPLOSIÓN 


Si la vida es amor, bendita sea! 

Quiero más vida para amar 1 ! Hoy siento 
Que no valen mil años de la idea 
Lo que un minuto azul del sentimiento. 

Mi corazón moría triste y lento. . . 

Hoy abre en luz como una flor febea; 

¡La vida brota como un mar violento 
Donde la mano del amor golpea! 

Hoy partió hacia la noche, triste, fría, 
Botas las alas de mi melancolía; 

Como una vieja mancha de dolor 
En la sombra lejana se deslíe... 

Mi vida toda canta, be-sa, ríe! 

Mi vida toda es una boca en flor! 



80 


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Una página autógrafa de Delntira Agnstini 





AMOR 


Yo lo soñé impetuoso, formidable y ardiente; 
Hablaba el impreciso lenguaje del torrente; 
Era un mar desbordado de locura y de fuego, 
Rodando por la vida como un eterno riego. 


Luego soñélo triste, como un gran sol poniente 
Que dobla ante la noche la cabeza de fuego; 

1 )espués rió, y en su boca tan tierna como un ruego, 
Sonaba sus cristales el alma de la fuente. 


Y lioy sueño que es vibrante, y suave, y riente, y tris- 
Que todas las tinieblas y todo el iris viste; [te, 
Que, frágil como un ídolo y eterno como Dios, 

Sobre la vida toda su majestad levanta: 

Y el beso cae ardiendo a perfumar su planta 
En una flor de fuego deshojada por dos. . . 


6 


81 


EL INTRUSO 


Amor, la noche estaba trágica y sollozante 
Ünando tu llave de oro cantó en mi cerradura; 
Luego, la puerta abierta sobre la sombra helante, 
Tu forma fué una mancha de luz y de blancura. 


Todo aquí lo alumbraron tus ojos de diamante; 
Bebieron en mi copa tus labios de frescura, 

Y descansó en mi almohada tu cabeza fragante; 

Me encantó tu descaro y adoré tu locura. 


Y hoy río si tú ríes, y canto si tú cantas; 

Y si tú duermes, duermo como un (perro a tus plantas ! 
Hoy llevo hasta en mi sombra tu olor de primavera ; 

Y tiemblo si tu mano toca la cerradura, 

Y bendigo la noche sollozante y oscura 

Que floreció en mi vida tu boca tempranera! 


82 


DESDE LEJOS 


En el silencio siento pasar hora tras hora, 
Como un cortejo lento, acompasado y frío . . . 
¡Ah! Cuando tú estás lejos mi vida toda llora 
Y al rumor de tus pasos hasta en sueños sonrío. 


Yo sé que volverás, que brillará otra aurora 
En mi horizonte grave como un ceño sombrío; 
Revivirá en mis bosques tu gran risa sonora 
Que los cruzaba alegre como el cristal de un río. 


Un día, al encontrarnos tristes en el camino. 
Yo puse entre tus manos pálidas mi destino! 
j Y nada de más grande jamás han de ofrecerte ! 


Mi alma es frente a tu alma como el mar frente al 
Pasarán entre ellas tal la sombra de un vuelo t [cielo : 
La Tormenta y el Tiempo y la Vida y la Muerte ! 


83 



LA COPA DEL AMOR 


Bebamos juntos en la copa egregia’! 
Raro licor se ofrenda a nuestras almas. 
Abran mis rosas su frescura regia 
A la sombra indeleble de tus palmas ! 


Tú despertaste mi alma adormecida 
En la tumba silente de las horas; 

A ti la primer sangre de mi vida 
¡En los vasos de luz de mis auroras! 

¡Ah! tu voz vino a recamar de oro 
Mis lóbregos silencios; tú rompiste 
El gran hilo de perlas de mi lloro, 

Y al sol naciente mi horizonte abriste. 


Por ti, en mi oriente nocturnal, la aurora 
Tendió el temblor rosado de su tul; 

Así en las sombras de la vida ahora, 

Yo te abro el alma como un cielo azul! 


84 



Los astros del abismo 


¡Ah, yo me siento abrir como una rosa! 
Ven a beber mis mieles soberanas: 

I Yo soy la copa del amor pomposa 

Que engarzará en tus manos .sobrehumanas! 

La copa erige su esplendor de llama. . . 

¡ Con qué hechizo en tus manos brillaría ! 

Su misteriosa exquisitez reclama 
Dedos de ensueño y labios de armonía. 

Tómala y bebe, que la gloria dora 
El idilio de luz de nuestras almas ; 
¡Marchítense las rosas de mi aurora 
A la sombra indeleble de tus palmas ! 



S5 




AVE, ENVIDIA! 


Aspid punzante de la envidia, Ave! 

Tú fustigas la calma que congela, 

El rayo brota en la violencia, el ave 
En paz se esponja y acosada vuela! 

Si hay en Luzbel emanación divina 
En ti hay vislumbre de infernal nobleza, 
Rampante, alada, la ambición fascina — 
Y si tu instinto al lodazal se inclina 
Reptil tú eres y tu ley es esa ! 

Mírame mucho que mi mente inflamas 
Con la luz fiera de tus ojos crueles. . . 
¡Ah, si vieras cual lucen tus escamas 
En el tronco vivaz de mis laureles! 

Gozaste el día que abismé mis galas, 
Cóndor herido renegando el vuelo ; 

Hoy concluye tu triunfo, hay en las alas 
Fatalidad que las impulsa al cielo! 


86 


/y O S 


astros del abismo 


Si de mis cantos al gran haz sonoro 
Tu cinta anudas de azabache fiero, 
Sabio te sé: de mi auroral tesoro 
Lo que dejes caer yo no lo quiero! 


Esa cinta sombría es la Victoria. . . 
Cuando describes tu ondulado rastro 
Por todos los senderos de la gloria 
Muerdes sombras de ala, luces de astro. 


Forja en la noche de tu vida impía 
Cruces soñadas a mi blanca musa, 
i Si ha de vivir hasta cegar un día 
Tus siniestras pupilas de Medusa! 

No huyas, no, te quiero, así, a mi lado 
Hasta la muerte, y más allá: ¿te asombra? 
Seguido la experiencia me ha enseñado 
Que la sombra da luz y la luz sombra. . . 

Y estrecha y muerde en el furor ingente; 
Flor de una aciaga Flora esclarecida, 
Quiero mostrarme al porvenir de frente, 
Con el blasón supremo de tu diente 
En los pétalos todos de mi vida ! 


87 




Media noche . . . Hacia Oriente, bella región — fábu- 
las, diamantes, ojos negros, raros sueños, maravillas, 
— viajan tres tristes sombras de pálidos viejos que 
fueron bellos y reyes y magos y, hoy, son pobres pere- 
grinos espectrales de una muerta estrella y de un muer- 
to Dios. 

Llevan preciosas cargas — rosados muñecos, sedas 
misteriosas, esmeraldas de Egipto, turquesas de Per- 
sia, — en las manos lácteas ; un mirar estancado en los 
ojos hondos que, en los rostros blancos con las barbas 
blancas brillan como estrellas de azabache sobre nubes 
de plata. Y llevan largos mantos negros y regias tiaras 
de opacas perlas negras. En las barbas blancas de los 
rostros blancos, unas como cuentas cristalinas titilan 
y fulguran como gemas. 


88 


Los astros del a b i s m o 

Yo los veo pasar . . . Algo monumental cae en mi al- 
ma... La sensación de lo extrahumano abruma...; 
mis rodillas ceden, tiendo las manos temblorosas... 
MaTj^k que adoran, llaman, imploran... — “Abuelos, 
¡oh abuelos!. . .” — Mi voz naufraga. Yo lloro, lloro 
lágrimas de luz, gotas del alma! Y los pálidos viejos 
se detienen, me miran abismadamente y me hablan con 
voces remotas. Y las voces y las miradas están llenas 
de sublimes dejos. — “No llores, no llores más. l)í: 
¿Quieres tú algo!... ¿Qué?... ¿Un bello diamante 
puro y luminoso como una perla de agua del Jordán, o 
una esmeralda pérfida y cabalística como un ojo feli- 
no?... ¿Rubíes de rojo y llama, tal la sangre morisca, u 
ópalos sombríamente blancos como monjas traido- 
ras?. . . ¿Albos corderos de ojos de azur y collareitos de 
oro o rubios marquesitos envueltos en relámpagos de 
sedas y de joyas?... Pide...” — Un extraño fuego 
secó mis lágrimas encendiendo mis labios y hablé, ha- 
blé febrilmente: — “No, no, nada de esod No quiero el 
bello diamante, la pérfida esmeralda ni el albo corde- 
ro. Guardadlo todo, todo, hasta mi vida! Pero dadme, 
dadme si sois magos, esa suprema visión que impone 
en vuestros ojos, como un aletazo formidable en la no- 
che, el fondo de un abismo: la visión ultraolímpica del 
niño de Bethleen cargando todo un mundo criminal y 
maldito sobre dos suaves hombros frágiles como dos 
rosas! Yo quiero ver al Dios. . . Vosotros sois magos. 
¡Mostrádmele!” — “Imposible”. — “Habladme, enton- 
ces, de Di. De la estrella blanca. . . Del cordero suave”. 
—“¿Y para qué? Eso es muy triste — largos suspi- 
ros”. — “Dichoso tú!” — “Yo?... Yo, mísero ciego 


89 



D e l m i r a Agustín i 


de la Suma Luz. Pobre nostálgico del Dios!...” — 
“Tú no lo has visto, nosotros llevamos su luto ; tú llevas 
un deseo, nosotros un dolor. . . ” — Y los tres viejos se 
alejan, lentos y solemnes, lentos y profundos, arras- 
trando pesadamente los tres largos mantos negros, 
como tres martirios. . . Yuélvense y me miran. . . En 
las barbas blancas de los rostros blancos, muchas, mu- 
chas perlas cristalinas dan luces fulmíneas . . . ¡ Oh, las 
divinas lágrimas ! ! ! Deben de ser muy ardientes : a su 
fulgor se han secado las mías . . . 



90 


LA ALBORADA 

PRIMERA PARTE 

OBEA DE LOS DIEZ A LOS QUINCE AÑOS 





Hay belleza en el lirio inmaculado 
De majestad emblema, 

Hay belleza en el cáliz nacarino 
De la blanca azucena, 

Hay belleza en la rosa purpurina 

Y en el albo reseda, 

Hay belleza en la nítida corola 
De la nivea camelia, 

Hay belleza en el pálido junquillo 

Y en la suave diamela, 

Hay belleza en el triste pensamiento 

Y no hay flor en la cual no haya belleza, 
Pero hay una que es flor entre las flores 

Con ser la más modesta, 

Una flor de fragancia incomparable, 

Delicada y pequeña, 


í)3 


I) e l m ira A g u s t i n i 

Una flor que en un lecho de esmeraldas 
Oculta su belleza, 

Una flor que un encanto misterioso 
En su cáliz encierra, 

Un encanto ideal, indefinible 

Que no hay flor que contenga, 

Una flor para mí como ninguna, 

Una flor que se llama ¡la violeta! 



94 




LA ESPERANZA 

(Compuesta a los diez años) 

Soy el dulce consuelo del que sufre, 

Soy bálsamo que alienta al afligido, 

Y soy quien muchas veces salva al hombre 
Del crimen o el suicidio. 


Yo le sirvo al mortal que me alimenta 
Contra el dolor de sin igual muralla, 
Soy quien seca su llanto dolorido 
Y calma su pesar ¡Soy la Esperanza! 


95 



OJOS-NIDOS 

{Compuesta a los diez años) 


PARA MI MADRE. 


Entre el espeso follaje 
De una selva de pestañas 
Hay dos nidos luminosos 
Como dos flores fantásticas. 
¡Nidos de negros fulgores! 
¡De oscuras vibrantes llamas! 

Y allá : dentro de esa selva 
De follaje negro, espléndido, 
En el fondo de esos nidos 
Como flores de destellos, 
¡Agita sus ígneas alas 
El ave del Pensamiento! 



96 




EN UN ALBUM 

(Compuesta a los once años) 

Cuando abriendo tu boca perfumada, 

La voz dulce y perlada 

De tu bella garganta haces brotar, 

En voces de sirenas ideales, 

Y en arpas de sonidos celestiales, 

A iní me haces pensar. 

Cuando miro tu cuello alabastrino 

Y tu cuerpo divino 

Que al de Venus la diosa ha de igualar, 
Del mármol la blancura, 

Y del cisne la olímpica figura, 

Me haces recordar. 

¡Cuántas veces ligera como un hada, 

Te he visto yo ocupada 
En las dulces tareas del hogar, 

Y entonces a mi madre, 

Y Carlota de Werther heroína, 

Me has hecho recordar! 


97 


EN UN ALBUM 
(Compuesta a los once años) 

La belleza más pura y delicada 
Se refleja en tu rostro juvenil, 

Eres ninfa risueña, eres un hada, 

Eres flor de algún célico pensil. 

Es tu espesa y sedosa cabellera 
Una inmensa cascada de hebras de oro, 
La corona de un rey jamás valiera 
Lo que vale ese aurífero tesoro. 

Dos azules zafiros son tus ojos, 

Que iluminan tu rostro angelical, 

Y tus labios delgados son tan rojos 
Que podrían llamarse de coral. 

Son tus manos dos blancas mariposas 
0 dos flores talladas en marfil, 

Y tus frescas mejillas son dos rosas 

Que recién ha entreabierto el sol de Abril. 

Es mi estilo muy tosco e imperfecto 

Y no .puede expresar, en su rudeza, 

Lo que vale tu rostro tan perfecto, 
Desbordante de célica belleza. 


¡POESÍA! 


¡Poesía inmortal, cantarte anhelo! 

¡Mas mil esfuerzos he de hacer en vano! 
¿Acaso puede al esplendente cielo 
Subir altivo el infeliz gusano? 

Tú eres la sirena misteriosa 
Que atrae con su voz al navegante, 

¡ Eres la estrella blanca y luminosa ! 

¡ El torrente espumoso y palpitante ! 

Eres la brisa perfumada y suave 
Que juguetea en el vergel florido, 

¡ Eres la inquieta y trinadora ave 
Que en el verde naranjo cuelga el nido ! 

Eres la onda de imperial grandeza 
Que altiva rueda vomitando espuma, 

¡ Eres el cisne de sin par belleza 

Que surca el lodo sin manchar su pluma I 




D e l m i r a Agustini 

Eres la flor que al despuntar la aurora 
Entreabre el cáliz de perfume lleno, 

¡Una perla blanquísima que mora 
Del mar del alma en el profundo seno! 

¿Y yo quién soy, que en mi delirio anhelo 
Alzar mi voz para ensalzar tus galas? 

¡Un gusano que anhela ir hasta el cielo'! 

¡Que pretende volar sin tener alas! 



Esta fué la primera poesía que publicó Delmira Agustini. 
La acogió *Rojo y Blanco» el 27 de septiembre de 1902. 


100 




Ya del dulce crepúsculo 

Hanse extendido los flotantes velos, 

Gime el triste zorzal en la espesura, 
Manso susurra en el follaje el viento. 

En esta hora es el campo 
Un edén de belleza incomparable, 

Todo en él es sosiego, todo es calma, 
Muere la luz y las tinieblas nacen. 

De pálidas estrellas 
A bordarse principia el firmamento, 

El ángel renegrido de la noche 

Sus alas de azabache ya está abriendo. 

Mil niveas azucenas 
Inundan de perfume el tibio ambiente, 
Y 'el frondoso rosal rico de savia 
Al peso de sus flores desfallece. 


101 


D c l m ira 


Agustini 


Varias flores nocturnas 

Los broches de sus cálices desprenden, 

Y áureos lampos semejan las luciérnagas 
Entre las sombras que la noche extiende. 

¿Qué atracción misteriosa 

En esta hora indefinible encuentro? 

¿Por qué a la viva luz del mediodía 
Sus tenues resplandores yo prefiero? 
Porque el crepúsculo en sus leves gasas 
Guarda un jilgo sombrío, un algo tétrico, 

Y en lo triste y sombrío siempre existe 
La belleza que atrae en lo funéreo, 

En las tinieblas de la noche oscura, 

Y en lo insondable del abismo inmenso, 
¡La belleza más grande y atrayente, 

La sublime belleza del misterio ! 



10 - 



LA FANTASIA 

(La fantasía, misteriosa liada 
A cuyo paso vagaroso, queda, 

De perlas astros irisada nácar 

Y niveas flores, delicada estela. 

Es el astro celeste que nos guía 
A la dulce región de la quimera, 

Por un albo camino que el ensueño 
Formó con lirios, azahar y perlas. 

Un camino ignorado para el vulgo 

Y que sólo conocen los poetas, 

Soñar es necesario para verlo 

;Y las almas vulgares nunca sueñan! 

Es la maga ideal que nos envuelve 
De la ilusión en el rosado velo. 

¡La copa de marfil en que apuramos 
El néctar delicioso del ensueño! 

Es la llave de oro con que abrimos 
La mansión ideal de la poesía, 

¡Y en la mente agitada del artista 
Es un rayo de luz la fantasía! 


103 




FLOR NOCTURNA 

Cuando la noche tendiendo 
Su manto de gasa negra 
La silenciosa campiña 
Envuelve en sombras funéreas, 
Cuando allá en el firmamento 
lias argentinas estrellas 
Semejan ígneas pupilas 
Que inmóviles nos contemplan, 
Cuando las aves nocturnas 
Exhalan lúgubres quejas 
Que vibran en el silencio 
Monótonas y siniestras, 

Cuando el genio de las sombras 
De su letargo despierta, 

E invisible en torno nuestro 
Se agita y revolotea, 

Entonces, entre el follaje 
Tímidamente encubierta, 

Pálida flor, entreabres 
Tu corola marfileña, 

Tu corola que del día 
Al primer albor se cierra, 


104 




Los astros del abismo 


Para reabrirse al helado 
Contacto de la tiniebla, 
¡Hastiada siempre de lumbre! 
¡Siempre de sombras sedienta! 

¡Extraño destino el tuyo! 

El día te encuentra muerta, 

Tu triste vida concluye 
( Cuando la nuestra comienza. 
Mas cuando tu cáliz abres 
Nuestras pupilas se cierran . . . 

Y entonces tal vez tu vida 
Más dulce y plácida sea, 

Allá perdida en las sombras 
Entre el follaje encubierta, 
¡Lejos de envidias y odios! 
¡Lejos de traiciones negras! 

Sigue tu vida, abre siempre 
Cuando la noche comienza, 

Y al primer albor del día 
Tu cáliz de nácar, cierra, 

Para reabrirlo al helado 
Contacto de la tiniebla, 
¡Hastiada siempre de lumbrel! 
¡Siempre de sombras sedienta! 



105 



EN EL ALBUM DE LA SEÑORITA E. T. 


Tus grandes ojos de oriental puipila, 

Vivos fulgores sin cesar iradian, 

¡ Son dos trozos de lumbre desprendidos 
Del sol esplendoroso de la Arabia! 

Son dos fúlgidos astros cuyo brillo 
Apenas nubla tu pestaña negra, 

Son dos astros ... y tienen del abismo 
La atracción, el misterio y las tinieblas. 

Son dos diamantes negros engarzados. 
Bajo una frente de azahar y nardo, 

¡Una frente divina que coronan 
Sedosos bucles de reflejos áureos ! 

De tu perfil las armoniosas líneas 
Por su pureza sin igual asombran. 

Sin duda un ángel las formó teniendo 
Por modelo el semblante de una diosa. 


10 () 




Los astros del abismo 


Es tu pequeña y primorosa boca 
Gracioso estuche de coral y perlas, 

¡ Una purpúrea flor en cuyo cáliz 
Lloró la aurora sus celestes penas ! 

Pero a pesar del brillo esplendoroso 
Que irradian tus pupilas musulmanas, 
A pesar de tus nítidas facciones 

Y de tu frente pálida, 

Y a pesar de tus labios purpurinos 

Y tus dientes de nácar 

¡La ideal belleza de tu faz no excede 
A la inefable y pura de tu alma! 



107 



¡ARTISTAS! 

Cuando el nimbo de la gloria resplandece en vuestras 

[frentes, 

Veis que en pos de vuestros pasos van dos sombras 

[que inclementes 

Sin desmayos ni fatigas os persiguen con afán; 

Son la envidia y la calumnia, dos hermanas maldecidas, 
Siempre juntas van y vienen por la fiebre consumidas, 
Impotentes y orgullosas — son dos sierpes venenosas 
Cuya mísera ponzoña sólo a ellas causa mal. 

Alevosas y siniestras cuando tratan de atacaros, 
Temerosas de la lumbre, siempre buscan el misterio. 
Mas, burlaos de sus iras: ¡nada pueden! y el artista 
Tiene un arma irresistible para ellas: ¡el desprecio! 



108 


CLAROBSCURO 


Cuando sonriente, la aurora 
Sus áureos cabellos suelta 

Y en el pálido horizonte 
Su faz sonrosada muestra, 

Y las albas avecillas 
De sus manos marfileñas, 
Van rasgando de la noche 
El amplio manto de niebla, 
Un niveo, frágil insecto 

De sus ensueños despierta, 

Y agitando dulcemente 
Sus alas leves, etéreas, 
Sediento en busca de flores 
Su vuelo ondulante eleva. 
Flores que recién se abran 

Y en sus copas soñolientas, 
Le brinden savia, perfumes 
¡ Y una llovizna de perlas ! 

Tenue, vaporoso insecto 
Cuyas alas nacareñas, 

Del lirio tienen la albura 


10 ) 



D e l m i r a A g u s t i n i 

Y la suave transparencia, 

Tal vez de su vara al toque 
El hada Delicadeza, 

Formólo de una sonrisa 

Un silfo, un sueño, una perla. 

¡Y la luz dióle por sangre 
Una gota de su esencia)! 

Existe un lúgubre insecto 
De alas pesadas y negras, 

Que espera ansioso el momento 
De silencio y de tinieblas 
En que en brazos de la noche 
Duerme enlutada la tierra, 

Y entonces alza su vuelo 
De lentitudes funéreas, 

¡Vuelo pesante, fatídico, 

De vibraciones siniestras! 

¡Tétrico, ominoso insecto! 

¡Animalaña funesta! 

Al vivo fulgor del día 
Permanece inmóvil, yerta, 

La helada sombra nocturna 
Da vida a sus alas muertas. 

Es que tal vez de la noche 
Le brinda la copa inmensa, 

De la esencia del misterio 
El vivificante néctar, 

Esencia que ¡por lo oscura 
Parece su propia esencia! 


110 



L o s 


astros del 


abismo 


¡Raro, sublime contraste! 

¡ Atrayente diferencia ! 

Aquél, una estrella alada, 

Este, un jirón de tiniebla; 
Aquél graciosa alegría, 

Este fúnebre tristeza; 

Aquél tiene la celeste, 

La luminosa belleza, 

Del astro claro, radiante, 

De una sonrisa arcangélica 
Este tiene la sombría 
Severa magnificencia, 

La atracción trágica, extraña, 
Irresistible, funesta, 

Del abismo devorante! 

De la sima negra, tétrica! 



Ul 



FANTASMAS 

Célicas legiones de hadas vaporosas 
En vaivén gracioso van y van pasando; 

Son las ilusiones tenues, sonrosadas, 

Son los sueños niveos, impalpables, diáfanos. 
Llegan a mi oído y al pasar se inclinan 
Himnos de esperanza quedo susurrando; 

Son las ilusiones, 

Los ensueños blancos, 

Que entre frescas rosas y espumosos lirios 
En bajel dorado, 

Suaves nos deslizan 

A través del mundo, ¡piélago encrespado! 
Arrojando flores 

Sobre los escollos que encuentran al pasol! 

Son las ilusiones, 

Los ensueños blancos, 

Son los compañeros, 

Los amigos dulces de los pocos años. 


112 



Los astros del abismo 


Son las ilusiones, 

Los ensueños blancos. 


Los celestes bandos de hadas vaporosas 
En vaivén gracioso van y van pasando, 
Himnos de esperanza 
Quedo susurrando. 

Son las ilusiones, 

Los ensueños blancos. 


Pero, ¡cosa extraña! Mis risueñas hadas 
Las pupilas ígneas abren con espanto. 
Aterrados huyen 
Los alegres bandos . . . 

Siento frío. . . tiemblo. . . Junto a mí se yergue 
Un fantasma raro, 

De pupilas negras, insondables, duras, 

De ambarino cutis y terrosos labios. 

Cúbrelo un espeso, 

Renegrido manto. 

Todo en él es frío, ¡hasta de sus ojos 
El fulgor extraño! 

Fuego incomprensible, que cegando hiela; 
Fuego inexplicable, que deslumbra enfriando ; 
Viene a mí, se inclina; sus pupilas negras 
Sobre mí ha fijado. 

Mi aterido cuerpo 

Tiembla y se contrae en terrible espasmo. 

El fantasma oprime mi marmórea frente 
Con su dedo helado; 

113 



1) e l m i r a A y u s t i n i 

Y. fijando ahora su mirada dura 

En mis niveos sueños que ya están lejanos, 

Con desprecio y odio 
Agitado mueve los terrosos labios. 

Luego a mí se vuelve 
Y hacia sí me atrae en estrecho abrazo; 

A mi oído acerca su nerviosa boca, 

Con acento intenso, convincente, trágico, 

— ¡¡¡Mienten!!! — dice — ¡¡¡Mienten!!! — Lue- 
Y se va, dejando [go me abandona 

en mi frente, impresa, 

La invisible huella de su dedo helado! 


¡ Pobres ilusionesl! 

¡Pobres sueños blancos! 

Ha pasado el tiempo 
Sobre mí; los años 
Con profundas huellas 
Marcaron su paso, 

Y jamás han vuelto 
Ni las ilusiones, ni los sueños blancos. 
¡Pobres ilusionesl! 

¡Pobres sueños blancos! 

Es que aquel fantasma demacrado y frío 
Era el Desengaño; 

Y al tocar mi frente dejó en ella impresa 
La indeleble huella de su dedo helado! 


¡Pobres ilusionesl! 
¡Pobres sueños blancos! 


114 




AVE DE LUZ 


Existe un ave extraña de vuelo inconcebible, 

De regias esbelteces, de olímpica actitud; 

Sus alas al batirse desflecan resplandores 
Sus ojos insondables son piélagos de luz! 

Es toda luz, su sangre es un licor de fuego; 

De briznas de fulgores su rica plumazón; 

Su pico al entreabrirse desgrana sartas de astros : 
Domo ella es toda lumbre, de lumbre es su canción I 

Su vuelo inconcebible ignora los obstáculos! 

Abarca lo infinito en toda su extensión, 

Arranca negras sombras del fondo del abismo, 
Collares de destellos a veces trae del sol! 

Con filamentos de astros y polvos de diamantes, 
Cubra bello su nido: lucífero joyel! 

Lo teje en los cerebros más claros: allí encuentra 
Cn esencia de la lumbre que es savia de su ser! 


115 


D e l w, i r a A g u s t i n i 

Postraos ante el hombre que lleva en su cerebro 
Esa ave misteriosa ¡manojo de fulgor*! 

Que mata, que enloquece, que crea y que ilumina 
¡Aquel en quien anida, es émulo de Dios! 


¡Oh, Genio!! ¡extraña ave de vuelo inconcebible! 
De regias esbelteces, de olímpica actitud; 
Escucha: yo te brindo mis frescas ilusiones, 

Mis mágicos ensueños, mi rica juventud, 

¡ A cambio de un instante de vida en mi cerebro ! 
¡A cambio de nn arpegio de tu canción de luz! 




1)6 



EVOCACION 


¡Venga febril el impalpable ensueño! 
¡Venga incorpórea la visión fantástica! 
Vengan trayendo el néctar del delirio 
En opalinas, irisadas ánforas! 

Vengan, sí, vengan mis ensueños leves, 
Los de las vestes de brumosas gasas; 
Los que en el oro de sus rizos nievan 
Copos de orquídeas enfermizas, pálidas! 

Vengan, sí, vengan mis visiones regias, 
Las de las bocas de rubí y de llama, 

Las que en las ondas negras de sus rizos 
Tejen espumas de camelias blancas! ! 

Vengan ahora mis fantasmas tétricos. 
Le ojos cansados como enfermas almas; 
Los de las hondas, lívidas ojeras, 
Plomizos labios y pesadas alas; 

Los que sus frentes de marfil coronan 
Con negras flores de una selva extraña! 


117 


1) e l m i r a Agustín i 

Venga, sí, venga el impalpable ensueño. 

Venga, sí, venga la visión fantástica, 

Vengan trayendo el néctar del delirio 
En opalinas, irisadas ánforas. 

Vengan y empapen los resecos labios 
En la ambrosía que Quimera escancia. 

■Arda la fiebre del delirio al choque 
De una mirada de sus ojos ascuas! 

Y entre las rojas llamas del incendio 
Tienda su vuelo misterioso el alma, 

Llegue febril al encantado reino 
De fantasía, la divina maga! 

Reino feliz donde se ignora el Tiempo, 

Donde no alcanza la verdad amarga; 

Ni el que labra los surcos en los rostros, 

Ni la que hunde sus garras en las almas! 

Reino feliz donde los sueños tienen 
Lagos de luz para bañar sus alas, 

Donde hay estrellas de fulgores negros, 

Donde hay abismos de gargantas blancas! 

Reino feliz, en cuyos lagos de oro 
Hundir quisiera eternamente el alma, 

Vivir allá la vagarosa vida 

De los ensueños de impalpables alas, 

Sin el espectro destructor del Tiempo, 

Sin el fantasma eterno del mañana; 


118 



Ij o s 


astros del abismo 


Vida incorpórea, irrealizable, única, 
Vida de ensueñas, ilusión, fantasmas! 


Venga febril, el impalpable ensueño! 
Venga incorpórea la visión fantástica, 
Vengan trayendo el néctar del delirio 
En opalinas, irisadas ánforas! 

Vengan y empapen los resecos labios 
En la ambrosía que Quimera escancia! 



LA DUDA 


Vino: dos alas sombrías 
Vibraron sobre mi frente, 
Sentí una mano inclemente 
Oprimir las sienes mías. 


Sentí dos abejas frías 
Clavarse en mi boca ardiente; 
Sentí el mirar persistente 
De dos órbitas vacías. 


Llegó esa mirada ansiosa 
A mi corazón deshecho, 

Huyó de mí presurosa 
Para no volver, la calma, 

Y allá en el fondo del pecho 
Sentí morirse mi almaj! 


120 



MONÓSTROFE 


Hay un tétrico fantasma que en el cáliz de mi vida 
Va vertiendo amargas gotas de una esencia maldecida 
(¿ue me enerva y envenena, que consume mi razón; 

V' si un grito suplicante, si una tímida protesta 
Brotan hondos, desgarrantes de mi alma dolorida, 

El maléfico fantasma impasible me contesta 
(’on sarcástica sonrisa que me hiela el corazón. 



121 


VIENE... 


Blandos preludios . 

Nievan orquídeas opalinas, pálidas; 
Lánguidos lirios soñolientos riman 
Estrofas perfumadas. 

Hay roces blancos, leves, 

Hay notas leves blancas . . . 


Viene. . . es ella, es mi musa, 

La suave niña de los ojos de ámbar; 

Es mi musa enfermiza: la ojerosa, 

La más honda y precoz, la musa extraña! 

Es pálida, muy pálida, en sus ojos 
Bate el Enigma sus pesadas alas; 

En las cadencias de su Wanda marcha 
Los misterios desmayan . . . 

Es la musa enfermiza, la ojerosa, 

La más honda y precoz, la musa extraña! 


Viene ... no trae lira 

La suave niña de los ojos de ámbar, . . . 


122 


// o s 


astros del abismo 


Ella canta sin lira, 

¡Mi dulce musa extraña! 

Sus lánguidos arpegios, 

Sus vibraciones de pasión, arranca, 
Con angustias que crispan, 
¡A las fibras sensibles de su alma! 


¡Ven, canta, canta! 

j Oh, mi musa enfermiza ! 

¡Oh, mi musa precoz, mi musa extraña! 



123 



CAPRICHO 


Entre el raso y los encajes de la alcoba parisina 
La enfermiza japonesa, la nostálgica ambarina, 

Se revuelve en las espumas de su lecho de marfil; 

El incendio de la fiebre ha pintado en sus mejillas 
— Sus mejillas japonesas como rosas amarillas — 
Sangraciones de claveles, centelleos de rubí. 

Vibra en llamas del delirio la muñeca principesca, 

Se estremecen los marfiles de su faz miniaturesca, 

Su pupila enloquecida lanza chorros de fulgor; 
Burbujeantes las palabras efervescen locamente 
Con hervores de champaña de su boca balbuciente, 

De su boca de topacio, moribunda, sin frescor. 

Sueña ahora de su infancia : blancas, leves las visiones 
Van pasando juguetonas en alígeras legiones, 

Con sus vestes de albas gasas, con sus nimbos de claror; 
Nievan lirios, perlas, rosas, rosas blancas como espu- 

[mas, 

Avecillas eucarísticas, suaves copas de albas plumas, 
Son las aves del recuerdo, van diciendo su canción. 


124 


Los astros del a b i s m o 

Onza ahora misteriosa, inefable, aristocrática 
1 1 n;i pálida figura de expresión honda, enigmática, 
Perezosos movimientos, fatigoso, lento andar; 

En sus ojos tristes, suaves, hay miradas que sollozan, 
1 1 ay reproches hondos, dulces, que acarician, que des- 

[trozau, 

Uon la blanda inconsistencia del enojo maternal. 


Extinguióse ya la fiebre, la enf ermita no delira, 
Dentellea en sus pupilas el sol rojo de la ira 
Y sus brazos se retuercen como sierpes de marfil; 
Brota un nombre de sus labios entre espuma y mal- 
diciones, 

Su nacáreo cuerpecito se revuelca en convulsiones, 
Tremular de lirio enfermo, sacudidas de jazmín. 


Es que vibra en su cerebro con malditas resonancias 
El recuerdo del lord rubio de imperiales arrogancias, 
El altivo millonario de los ojos de zafir, 

El que en redes misteriosas de promesas quebradizas, 
Apresó el jpájaro blanco de su almita asustadiza 
Arrancándola a sus padres, sus ensueños, su país. 


Y en la cárcel principesca de la alcoba parisina 
lia olvidada japonesa, la nostálgica ambarina 
Desfallece sofocada por agónico estertor, 

¡Oh, mimosa susceptible, por un soplo deslucida! 
Devolviérale la gracia, devolviérale la vida 
Una gota de cariño, un efluvio de su sol! 


125 



I) e l ni i r a A g u s t i n i 


En sus ojos, hondos cauces, hay un algo extraño, he- 
lado, 

Reflectores de la muerte, ésta en ellos se ha mirado 

Y es su imagen la que flota en su fondo de carey, 
Pero . . . súbito se animan, arde en ellos la alegría, 
Alegría de muriente con vislumbres de sombría, 

La enfermita vibra toda su figura de poupée; 

Sus deditos finos, pálidos, como niños macilentos, 
Han tomado, y ahora oprimen con nerviosos movi- 

[mientos 

Un marchito crisantemo; blanco hermano del Japón! 
El también sufre nostalgias hondas, diáfanas, impías 
Abejillas de oro y ópalo que se clavan lentas, frías, 

En el glóbulo de aromas de su raro corazón. 

La enfermita las comprende, las nostalgias amarillas 
Del pequeño moribundo, y le acerca a sus mejillas 

Y a sus labios en arranques de cariño fraternal, 

Es su hermano, sí, es su hermano ese copo de albo lino, 
Como ella agonizante, como ella nacarino, 

Como ella desmayando en lujosa soledad. 


Duerme, duerme la enfermita entre cirios de oro es- 
cuálidos 

Hay un muerto crisantemo en sus dedos finos, pálidos, 
Su cajita funeraria es estuche de blancor. 

En lo alto : al regio alcázar del Eterno, del Clemente, 
Entre angélicos festejos, leve, diáfana, sonriente, 
Llega el alma de una niña, trae el alma de una flor ! 


126 



LA ALBORADA 
SEGUNDA PARTE 
(Obra de los 15 a los 18 años) 




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Carta de Rubén Darío a Delmira Agustini 





EL ARTE 


Rara simiente de color de fuego 
Germinó en una hora bendecida 
A ia sombra del árbol de la vida . . . 

Nació trémulo y triste como un ruego. 

Como oriflama victorioso luego 
Yergue triunfal la pompa florecida, 

Y se puebla de alondras. — Un día anida 
Entre sus frondas, misterioso y ciego, 

Un pájaro que can^a como un dios 

Y arrastra la miseria en su plumaje. — 
Con las alondras viene a su follaje 

De alimañas sin fin la acometida, 

Y él vence y sigue de la Estrella en pos . . . 
Hoy es sombra del árbol de la Vida! 


9 


129 


EL AUSTERO 


Murió el Ensueño. Hoy pálido de duda 
Bebo en mi copa sangre de la sima . . . 
Hoy mi escalpelo sin piedad lastima 
La vena azul de la Verdad desnuda! 

Frente a la Esfinge pavorosa y muda 
Venció mi ardor la muerte que la anima, 
Quiero en los vinos el sabor que lima, 
Los torsos griegos en su línea cruda. 

Sé que está el mármol frío de delirios 

Y que es de hielo el fuego de los cirios. 
Sé que es maldito el resplandor del oro 
— Vi el oro en sierpes de ojos de centella 

Y del cristal la claridad que adoro. 

Vi en un diamante muerta a Margarita. 
Dióme una gota de sudor ¡bendita! 

La visión de la Cruz y de la Estrella! 


130 



ASTRÓLOGOS 


Venid, venid hermanos! Allá en la azul esfera 
(¿no eternamente explora nuestra ansia de conquista, 
( 'nal de una flor de fuego el gran botón que abriera, 
Surge una nueva estrella de lumbre nunca vista! 

Vedla! — Oh Dios, Dios cuán bella'! — Y, ved allá, ya 

[lista, 

La tempestad que avanza; jamás en mi carrera 
Yo vi que al nacimiento de un astro no asistiera 
La nube tumultuosa que alarma y que contrista. 

Y mirad tal se arrastra. . . ¿No se dijera hermanos 
Que en la flora del cielo las nubes son gusanos? — 

— Callad, callad, las nubes tienen un noble vuelo — 

— Las nubes son la Envidia, si Envidia hay en el cie- 
— Ah ! ved cómo resaltan en la extraña querella [lo ! — 
Lo negro de la nube, lo blanco de la estrella! 


131 


JIRÓN DE PÚRPURA 


Deja -llegar mis labios a tus panales de oro. 

¡Ah, yo sé bien el precio de esa inefable miel! 

Noble abeja de ensueños, del divino tesoro 
Yo tomaré una gota como un fino joyel. 

Yo doy miel por miel; guarda el aguijón sonoro 
A la carne burguesa que profana el vergel, 

A los que regatean tu vida en la miel de oro 
Calculando a la sombra sagrada del laurel. 

¡Ah! esos labios gastados de cifras no aman mieles! 
Ritmo, línea, color, pagan con oropeles 
Y ese dinero encrespa al cóndor del blasón 
Que cela los bravios linajes aguilenos. 

— ¡Ah! si quieres ser fuerte, noble abeja de ensueños, 
En mis odios aguza tu sonoro aguijón! 




AL VUELO 


La forma es un pretexto, el alma todo! 

La esencia es alma. — ¿Comprendéis mi norma? 
Forma es materia, la materia ¡lodo, 

La esencia vida . ¡ Desdeñad la forma ! 

Entre las flores preferid la agreste. 

Más que al celaje que en la tarde rubia 
Es arabesco del dosel celeste, 

Amad la nube que revienta en lluvia! 

Amad la alondra abriendo melodioso 
Como abanico de cristal su arpegio, 

Más que al faisán — el ave sol — pomposo 
Y empurpurado, del penadlo regio! 

— Frente a la Venus clásica de Milo 
Sueño una estatua de mujer muy fea 
Oponiendo al desnudo de la dea 
Luz de virtudes y montañas de hilo ! — 


133 


D e l m i r a Agustini 

Nunca os atraiga el brillo del diamante 
Más que la luz sangrienta de la llama: 

Esta es vida, calor, pasión vibrante 
Aquélla helado resplandor de escama ! 

Nada os importe el vaso, su alma sea 
Licor insigne, transparente, sano : 

Como una palma señorial la Idea 
Nace en el centro mismo del pantano! _ 

Yo he visto en sueños, lívidos de afanes, 

Entre una bulla espiritual, burlesca, 

Pasar mudos, confusos los Cristianes 
Ante Ciranos de nariz grotesca! 

Y no os hechice la pomposa palma 
Oferta a huecos triunfos de apariencia, 
Eternamente componed el alma 

Ante el espejo leal de la conciencia ! 

Y si en la vida estáis, sed de la vida! 

Que, tras el brillo de un ensueño insano, 

Pudiera un día vuestra fe perdida, 

Mirando al cielo entrar en el pantano'! 

Desdeñad la apariencia, la falsía, 

La gala triste del defecto erguido: 

Menos tendréis que descubrir un día 
Desnuda el alma horrorizada, fría 
Ante el Supremo Tribunal temido ! 


134 




LA MUSA GRIS 


Ks blanca y es honda, muy honda y muy blanca 
— ¡Solemne, tremenda blancura de cirio! — 

Con grises ojeras tal rubras de muerte, 

Con gestos muy lentos, muy lentos, muy místicos. 

Y tiene un perfume de tristes violetas, 

Y perlas tal lágrimas de náyades pálidas, 

Y largos cabellos de sombra nublando 
La torre de nieve que forma la espalda. 

Glacial y monástica su blanca silueta 
Parece que surge de fondos de enigma... 
Envuélvela trémulo en halo de plata 
El gris desmayante de un tul de neblina. 

Sus labios profesan el beso más triste, 

El que hunden los hombres en bocas de muertas. 
Con ojos de acero nació allá en el Norte é 

País de leyendas, de '.espectros y nieblas. 


135 



D e l m i r a 


A g u s t i n i 


Su helante mirada sin fin, de vidente, 

Mirada invencible de esfinge y de estatua, 

Evoca crispantes abismos sin fondo, 

Monstruosos misterios de muda amenaza. 

Yo sueño en sus brazos la tierra bretona 

Con creencias que nacen temblando en las nieblas; 

Fantasmas sombríos y rocas malditas, 

Y piedras muy grises en landas siniestras. 

Y canta solemne los largos inviernos 

De spleenes, de brumas, de auroras enfermas, 
Las blancas mañanas, los blancos ponientes, 

Y amores tal graves pagodas de cera. 

Yo adoro esa musa, la musa suprema, 

Del alma y los ojos color de ceniza, 

La musa que canta blancuras opacas, 

Y el gris que es el fondo del hombre y la vida ! 



13t> 




ARABESCO 


Me dormí... la cabeza llena de los derroches 
De hechizos, monstruos, gemas de las Mil y una Noches. 

Y soñé del Oriente, del fabuloso Oriente, 

De enigmas, de leyendas, de conjuros, de fieras, 

De filtros hechizados, de largas cabelleras. 

Ifatchis, perlas, perfumes. . . La gran pereza ardiente. 

El rostro pavoroso de la Esfinge durmiente, 

El gran sultán moreno, las hondas bayaderas 
De cuerpos misteriosos y ritmos de panteras, 

Y el fakir con siniestras pupilas de serpiente. 


Es brillante mi corte, soy morena y sultana, 
Hacia un país lejano, una bella mañana, 

Paso por los desiertos en mi blanco elefante; 
Una ola de perfumes llevo en los negros rizos, 
Esgrimen mis pupilas sus más fuertes hechizos 
Y oculto un raro pomo con tapa de diamante! 


137 




NOCTURNO HIBERNAL 


“Era en un viejo castillo... Afuera silbaba el vien- 

[to...” 

Y surgieron en la noche los mirajes formidables 
De la remota leyenda. Y la extraña viejecita, 

Cargada de evocaciones, contando de otras edades 
Me hacía soñar en ruinas testigos de muchos siglos . . . 
Miraba lejos, muy lejos, con los ojos como estanques. 
“Era en un viejo castillo... Afuera silbaba el vien- 

[to...” 

¿Por qué la voz de la abuela llegaba a iqí como un eco? 





VISIÓN DE OTOÑO 


Kuó una tarde de plata. Largas ráfagas frías 
Arrastraban chirriando las hojas amarillas. 

Pasó... pasó y flotaron sensaciones de tisis... 

Dos signos cabalísticos eran sus ojos grises. . . 

Por el parque espectral divagó su silueta . . . 

Temblaba en toda ella un temblor de hoja seca ! . . . 

El cierzo, que va en ondas, con sus alas de acero, 

La azotaba violento, le agolpaba el cabello. 

Bajo los viejos árboles descarnados, grisientos, 

Que al cielo se alzan rígidos como manos de espectros; 

Pasó... gimió a su paso un chirriar de hojas secas, 
Y fué como una ráfaga de un frío de ultratierra. 

El sol, rompiendo lento una nube de plata, 

Miróla extrañamente con su pupila extática. 

Pasó... flotó una helada sensación de misterio, 

TTn olor de violetas y... se perdió a lo lejos. 


139 


MUERTE MAGNA 


Allá junto a los amplios, profundos océanos 
Donde los soles mueren entre inefables sones, 
Id a soñar. De vagas, exóticas visiones 
Poblad los horizontes brumosos y lejanos. 


Escuchad, allá, graves, las raras inflexiones 
Del canto de la ola que cuenta sus arcanos, 

Y al asomar los barcos sombríos y lontanos 
Soñad que algo muy nuevo traerán de otras regiones, 


Y cuando el sol muriendo su despedida tiende, 

Y en las aguas se hunde como un dios que desciende 
A visitar en su honda mansión a una sirena, 

Meditad de esa muerte en la bella armonía 

De dulzura y soberbia. Es la duple agonía 
De Cristo en el Calvario, del Corso en Santa Elena ! 


140 




TARDE PALIDA 


Evocadora el alma palidece 
Toda velada de un dolor muy vago, 

En el cielo lechoso hay un amago 
De tempestad, la tarde palidece. 

Enmascarado y lento el sol de Otoño 
Hacia un poniente turbio se encamina, 
Sobre el paisaje soñador se inclina, 
Suave y profunda, del exangüe Otoño 

La tristeza tenaz. . . Yo que en la pálida 
Floresta del dolor junto a mis rosas, 

Sé que no aroman nunca más gloriosas 
Que del Otoño en una tarde pálida. 

Como voces lejanas en la noche 
Vienen al alma los dolores viejos, 

Cada racha que pasa trae de lejos 
Otro dolor y otro dolor ... La noche, 


141 


Del m ira A g a s t i n i 

Vendrá a borrar la tarde blanquecina, 

El cielo será un piélago de sombras . . . 

¿Alma de qué te asombras! 

¿Crees eterna la tarde blanquecina! 

Sí, y tú la amabas ya, ¿verdad! la amabas, 

Tal llega a amarse un gran dolor amigo, 
Hermano aciago, trágico testigo 
De largos años . . . Alma, tú la amabas 

Como al gran vaso raro y exquisito 
En que apuraras néctares añejos 
— El rancio zumo de los males viejos 
Tiene un sabor de pátina exquisito . — 

Pero el sol cae, cae allá a lo lejos 
Lento y soberbio, como un rey vencido, 

En púrpuras ardientes. — Ya ha caído. . . 

Y en ti perduran los amargos dejos 
De un gran pasado triste revivido 
En una tarde que murió allá lejos! 



142 



MEDIOEVAL 


Dulces románceos 
De caballerías . . . 

Hay albor de besos, 
Hay rojez de heridas 

Honda noche muda 
De grandor supremo, 
Una luna pálida 
De mirar enfermo . . . 
En corcel vibrante 
De nerviosos remos, 
Cruza la llanura 
Noble caballero. . . 

Es la media noche, 
Es hora de espectros ! 

Corre palpitante, 

§u mirar foguea; 

Al entrar del bosque 
Su rival le espera, 

Y allá, en el castihc 
De torres grisientas 
Con sus ojos garzos, 
Sus manos de seda, 


143 



D e l m i r a A g u s t i n i 


En la alta ventana 
Su fina duquesa . . . 

Y tiembla su lanza, 

Y sus labios tiemblan . . . 


Llega, llega el alba, 

Vuelve el caballero, 

Lenta, lentamente, 

Pensativo y fiero. 

Vuelve, vuelve y trae 
Gloriosos trofeos . . . 

Son dos besos largos, 

Son dos hondos besos: 

Uno blanco y suave 
En los labios trémulos, 

Y uno rojo, ardiente, 

Que es rubí y que es fuego 1 ! 
Lo sorbió su lanza 
Al labio sangriento 
De una roja herida 
De rubí y de fuego! 

Vuelve el caballero, 

En sus glorias sueña... 

Son dos besos largos 
De rubí, y de perla; 

Uno del contrario, 

Otro de su reina. . . 

Y tiembla su lanza, 

Y sus labios tiemblan ! ! . . . 


144 




Busca en la miel de los sueños 
Sagrada Embriaguez. Sin ceños 
Se abre a ti la mar dorada. 
Boga, Simbad de los sueños! 

Peregrino de una hada 
Cruza climas halagüeños 
Lleva tu boca enmelada 
Al beso de miel del hada. 

¡La suma miel! Mas tú toca 
Un punto la maga boca 
Y alza un dique de diamante 
Entre ella y tu golosina. 

— Goza la flor un instante 
Y... cuidando de la espina. 


10 


145 




LA CANCIÓN DEL MENDIGO 

Fue ana canción muy triste, una canción de antaño 
Despertada de pronto . . . Fué como si el acento 
Vagamente olvidado de una voz muy amiga 
A través de los años viniera a sorprendernos. 

Una vieja aria triste trayendo entre sus pátinas, 

De los días muy lejos, 

Un antiguo perfume misterioso y querido, 

Cada nota una vieja visión, un viejo ensueño. 

— ¡Olí, la grave aria triste roída por los años, 
Evocóme un paseo lento en un parque viejo 
Buscando entre la hierba los senderos de antaño 
Y en el dormido estanque la visión de otros tiempos ! 
La voz que la decía era el molde más digno 
A su sabor añejo . . . 

Yo lloré, lloré mucho... la mañana era opaca... 
La canción era triste. . . el mendigo muy viejo. . . 


146 



Los astros del abismo 

Sú liito vi del hada madrina el tul celeste, 

Las alas de diamantes, el peto de cristal; 

Brillantes de rocío traía en la azul veste, 

101 carro de turquesas, la cabellera astral; 

V abrojos y perfumes que un largo viaje agreste 
Prendiera bajo el oro de un cielo matinal, 

Dijo: en tu cuna pongo esta flor, ella preste 
Su miel y su fragancia a tu fiesta aurora!. 

La lie buscado a través de los campos salvajes 
Mil años! Hoy corona la angustia de mis viajes: 
Tómala, tuya es. — Gracias!, gracias madrina 1 ! — 

— Alma de extraña planta que rara vez florece. 

La flor que aquí te ofrezco jamás, jamás fenece!. . . 

Y es reina del perfume, del .pétalo y la espina! 



117 



PASÓ LA ILUSIÓN 


Pasa la maga — Sabes? la Graciosa y Profunda 
Que abreva en frescos lagos sedientos corazones, 
La que esmalta audazmente de gráciles visiones 
La gran copa siniestra de la Vida iracunda. — 


Mis pupilas suspensas de su gracia profunda, 

La ofrezco hacerle en cambio de sus rosados dones 
Un blanco pedestal de todas mis canciones! 

Me mira y alborea su sonrisa que inunda. 


Y ungido en la miel rosa de esa sonrisa es suave 
El silencio en que envuelve su silueta de ave. 

— ¿Por qué vino en la tarde de marfil tan sombría?. . . 
En la bruma muy lejos la perdió la mirada, 
i Por qué j oh Dios ! en mi alma queda sin quedar nada 
Como queda un perfume, una ardiente alegría! 


148 



VARIACIONES 


Áspid punzante de la envidia, ave! 
Tú fustigas la calma que congela, 

El rayo brota en la violencia, el ave 
Quieta se esponja y acosada vuela! 


Si hay en Luzbel emanación divina 
En ti hay vislumbres de infernal nobleza, 
Rampante o alada la ambición fascina — 
Y si tu instinto al lodazal se inclina 
Reptil tú eres y tu ley es esa! 

Mírame mucho que mi mente inflamas 
Con la luz fiera de tus ojos crueles . . . 

¡ Ah, si vieras cual lucen tus escamas 
En el tronco vivaz de mis laureles! 

Gozaste el día que abismé mis galas, 
Cóndor herido renegando el vuelo; 

Hoy concluye tu triunfo, hay en las alas 
Algo fatal que las impulsa al cielo!! 


149 


D e l m i r a Agustín 

Si de mis cantos al gran haz sonoro 
Tu cinta anudas de azabache fiero, 

Sabio te sé: de mi auroral tesoro 
Lo que dejes caer yo no ¡lo quiero!^ 

Y esa cinta sombría es la Victoria . . . 

Cuando describes tu ondulado rastro 
Por todos los senderos de la gloria 
Di: qué persigues, una larva o un astro? 

Forja en las sombras de tu vida impía 
Cruces soñadas a mi blanca musa, 

¡Si ha de vivir basta cegar un día 
Tus siniestras pupilas de Medusa! 

Mas no buyas, no, te quiero, así, a mi lado 
Hasta ¡la Muerte, y más allá: ¿te asombra? 
Seguido la experiencia me ha enseñado 
Que la sombra da luz y la luz sombra . . . 


Y estrecha y muerde en el furor ingente; 
Flor de una aciaga Flora esclarecida, 

Quiero mostrarme al porvenir de frente, 
Con el blasón supremo de tu diente 
En los pétalos todos de mi vida! 

Llora, mi musa, llora en el silencio 

De esta noche tan triste, hay sueños crueles, 

Vasos brillantes raramente rotos 

Cuando va el alma a saborear sus mieles. 


150 



L o s astros del abismo 

Hoy me vence el dolor. — ¿Por qué en las noches 
Las visiones sombrías se agigantan? — 

Hoy muere el ritmo poderoso y frío 
En que la idea es una llama fatua. 

En tierra ya el castillo de mi orgullo 
Mi alma vencida en lo vulgar se aplasta : 

Cuanto más alto el pedestal, si cae, 

En más pedazos rodará la estatua! 


Más tarde o más temprano, los soberbios 
Que el mundo cruzan con la frente erguida, 
Cantando olimpos, en el fiero pecho 
Han de mostrar la llaga de la vida. 


En mis jardines se acabó la pompa 
Del crisantemo y de la rosa cálida, 
Revivirán mis pasionarias tristes 
Al riego tibio y suave de las lágrimas. 

¡ Y como es dulce el amargor del llanto 
Que cae sobre las tumbas de los sueños I 
Siempre un misterio en las cenizas frías 
Trae como el eco de calores viejos. 

¿Nunca habéis visto agonizar un sueño? 
¿Un noble sueño que llenó la vida?... 
¿No es más amargo que los mares todos 
Ese momento de dolor? ¿Qué herida 



D e l m i r a Agustín i 

Inventó el Sino que más honda fuera f . . . 

Nada más frío que la muerte, nada 
Más angustioso que el adiós eterno, 

“Nunca...” Un abismo la palabra helada! 

Ueroz, maldita si su saña llega 
Hasta la frente de candor de un sueño! 

Mal haya el genio destructor que goza 
Derrumbando castillos marfileños! 

Y bendito el orgullo que en mis ojos 
Congela el llanto con su glosa fría: 

Protestar sin vencer es humillante: 

¿Por qué exponerse al pie de la ironía? — 

¡ Ah no, no lloro más ! pase el Destino, 

Pase el Dolor del brazo de la Muerte, 

Les miraré pasar desde mis torres 
Con una calma atroz que desconcierte! ! 




152 



AL CLARO DE LUNA 


La luna es pálida y triste, la luna es exangüe y yerta. 

I ja media luna figúraseme un suave perfil de muerta . . . 

Y o que prefiero a la insigne palidez encarecida 
Do todas las perlas árabes, la rosa recién abierta, 

En un rincón del terruño con el color de la vida, 

Adoro esa luna pálida, adoro esa faz de muerta! 

Y en el altar de las noches, como una flor encendida 

Y ebria de extraños perfumes, mi alma la inciensa ren- 

[dida. 

Yo sé de labios marchitos en la blasfemia y el vino, 
Que besan tras de la orgía sus huellas en el camino; 
Locos que mueren besando su imagen en lagos yertos... 
Porque ella es luz de inocencia, porque a esa luz mis- 

[teriosa 

Alumbran las cosas blancas, se ponen blancas las cosas, 

Y hasta las almas más negras toman clarores inciertos ! 


153 



INICIACIÓN 


A la sagrada selva en que el ave se inspira 
Dando vuelo a los sueños sonoros de mi lira, 
Entro: los ojos verdes de la serpiente de oro 
Brillan en la maleza; cesa el alado coro 

En su meliflua glosa; Éolo no respira; 

El alma del boscaje parece que me mira 

Y en el cielo los ojos de Apolo nubla un lloro. . . 
Yo desplego ampliamente mi oriflama sonoro 

Y saludo a la selva. Sólo contesta Apolo: 

Eres grande — me dice — tu destino es ser solo 
Por odio de las sierpes y miedo del bulbul ; 

¡ Olí gloria la más grande ! — y su sonrisa ardient 
Llenó el abismo azul . . . 

Luego tronó su voz 

La soledad encumbra, vivirla augustamente 
Es igualar las cimas, es acercarse a Dios! 


154 



ANA 


Ana. . . yo saboreo tu nombre como un sorbo de miel 
celeste . . . Ana, yo vi una vez, abiertas a la vida, sobre 
la torre blanca de tu cuerpo, las mágicas lumbreras de 
tus ojos. Tu alma me fascinó en tu mirada como una 
remota hermana nunca vista, reconocida milagrosa- 
mente en un encuentro mudo por un camino misterio- 
so... Una suprema hermana de mi alma, cuando mi 
alma es buena y se viste de alas y se toca de astros. 

Al pasar, tu mirada me atrajo como una selva pro- 
funda con un palacio encantado. Tu espíritu santo me 
penetró como una esencia fuerte. 

Ana, cuando eras un bello ídolo vivo, yo hubiera lle- 
vado lirios a tu frente, rosas a tu pecho, besos a tus 
manos. Pero el orgullo encadena de oro algunas vidas, 
a los cuatro muros grises de la soledad ... — El or- 
gullo es mi pecado olímpico. — Mi ofrenda fué de 
lágrimas la primera noche en que tú, suma, blanca, 
suave flor de hogar, divinamente celada en un vaso 
de amor y dulzura, dormiste sola, sola, sola en el ce- 
menterio oscuro . . . 


155 


D e l m i r a Agustín i 


Hoy, frente a la imagen inefable en que tu gracia 
muerta fulge como un diamante negro, ule atormenta 
el ansia incontenible de llorar o de cantar tu vida. Y 
hoy te hablo, Ana, por si acaso me oyes desde algún 
país lejano en donde no se dude . . . Tú sabías que cada 
(palabra sincera es una perla del corazón . . . Tal vez 
me sonrías, Ana. 



156 



OPINIONES 


...la valentía de una Valentino do Saint-Point, do 
una Burnat Provins, o do la genial uruguaya Pelmira 
Agustini . . 

Rvrkx Darío. 

París. 


... Si hubiera de apreciar con criterio relativo, te- 
niendo en cuenta su edad, ote., diría que su libro es 
simplemente “un milagro”. . . 

...Entre los caracteres sorprendentes de su libro, 
tal vez lo sea más que todo, esto: ‘‘que usted no imita, 
en absoluto”. 


Carlos Yaz Febreira. 


Montevideo. 


157 


Delmira A g u s t i n i 

. . . Hoy toca a la deliciosa Delmira, cuyo libro de 
poesías es lo más hermoso que de mujer he leído en 
tierras americanas. Su. sensibilidad es maravillosa, 
así como su instinto del idioma castellano. . . 

Salvados Rueda. 


Málaga . 


. . .el sálico formidable de Delmira va más allá de 
las formas que da el talento y entra en el dominio de 
la inspiración genial . . . 


Eduabdo Acevedo Díaz. 


Roma . 


. . .uno de los temperamentos más fuertemente feme- 
ninos de la moderna literatura castellana. Actualmente 
no conozco ninguna personalidad femenina que pueda 
igualarle . . . 


Francisco Villaespesa. 


Madrid . 


...a las dos bellezas de Delmira Agustini... 

Amado Nebvo. 


158 



Ij o s astros del abismo 

. . .¡Muy bien! Sí, una mujer no puede ofrecer a un 
hombre nada más grande que su destino... 

Miguel de Unamuno. 


Salamanca . 


. . . sobrepujando la obra de casi todas las poetisas 
del mundo. 


Fernando Maristany. 


Barcelona. 


. . .inspiradísima poetisa. . . 

José Enrique Rodó. 


Montevideo . 


. . .Me complazco en ofrendar un manojo de rosas 
triunfales, en el hosanna unánime que glorifica la fren- 
te pagana de la Nueva Musa de América. . . 

Julio Herrera y Reissig. 


Montevideo. 


159 



D e l m i r a A g u s t i n i 

. . . Delmira Agustini. . crea. . . Sus poemas son su- 
yos, están vivos, nacieron en las maternales entrañas 
de su alma . . . 


Rafael Barbet. 


San Rafael. 


. . .al poeta que ha evocado en mi corazón mas hon- 
das e imborrables sensaciones... 


Manuel Ugarte. 


París. 


. . .Creo que es usted una eximia, una admirable poe- 
tisa, y que sus versos son, por lo general, magníficos. 

Samuel Blixén. 

Montevideo . 


. . . esta feroz feminidad, avasallante, que la hi- 
zo producir una poesía nueva, desconocida, cálida, 
porque es la expresión viva de un temperamento hu- 
mano excepcional, suerte de llamarada ardiente que se 
levantó como un volcán de este suelo, iluminó el cielo 
americano, se corrió hacia España y levantó en el 


160 



I, o s antros del abismo 

mando de habla castellana un sensacional rumor de ad- 
ni ¡ rncióii, de aplauso, de consagración. Nunca la ama- 
remos bastante. 


Alfonsina Storni. 


Hílenos Aires. 


. . .Hila misma, (1) con insuperada concisión definió 
el talento poético de la mujer, al aludir a Delmira Agus 
lini, cuya milagrosa vocación de arte y cuyas extraor- 
dinarias aptitudes celebrara con palabras definitivas. 

Francisco Alberto Scitinca. 


Montevideo. 


...Delmira Agustini es maravillosa. Creo firme- 
mente que ha de influir en forma definitiva sobre la 
literatura española. 


Xavier Bóveda. 


Madrid . 


(I) Alfonsina Storni. 


11 


161 



D e l m i y a A g u s t i n ¡ 

...Demasiado amada por los dioses, ella murió jo- 
ven, en pleno éxito. Ya la rodea una leyenda como a 
Renée Vivien. 


V. García Calderón. 


París . 


...Delmira Agustini, emperatriz del verso america- 
no. . . 


Carlos Cavaco. 


Río de Janeiro. 


. . . Es usted poetisa de alto genio . . . 

Lisímaco Chavarria. 


Costa Rica. 


/ . .Desde este rincón del mundo, yo la saludo como 
a una individualidad de estas tierras castellanas. 

Luis Roberto Boza. 

Santiago de Cliile. 


162 



I, u * astros del abismo 

Sus versos, porque son sentidos, porque son sinee- 
inr, porque son personales, traducen el ritmo de su 
ii limi rica de emoción y armonía. 


Carlos Reyles. 


Montevideo. 


... lia marcado un nuevo rumbo en la literatura mo- 
derno, y que los veinte pueblos de América prorrumpan 
en un aplauso unánime y atronador, saludando a su 
iiiuí s grande, a su más cerebral y valiente poetisa. 

Ovidio Fernandez Ríos. 


Montevideo. 


. . . Kstilista gloriosa, alma de Ensueño y Belleza; 
blanco olaje de la musa nacional... 

Guzm&n Papini. 


Montevideo. 


. . .Genial poetisa, sibila nueva del Verbo poético de 
América. 


Angel Falco. 


Montevideo. 


163 



D e l m i r a Agustín i 

. . .Yo no encuentro entre las poetisas autóctonas de 
América una sola comparable a ella por su originali- 
dad de buena cepa y ipor la arrogancia viril de sus 
cantos. 


Pérez y Cums. 


Montevideo . 


. . . dejando tres o cuatro libros que la consagran 
como la más grande poetisa nacida basta boy en Amé- 
rica, como aquella que concibió, en la manera sáfica, 
los versos más hermosos y profundos escritos por una 
mujer en lengua española, después de Teresa de Jesús. 

Manuel Bernárdez. 


Boma . 


. . . Podríamos repetir las palabras del poema de 
Goethe: “ Sie ist gerichet ! . . y las Voces confirma- 
rán: “ Ist gerettet ! . . . ’* (1) 

Benjamín Fernández y Medina. 


Madrid . 


(1) “Está juzgada!” “Está salvada!”. 


164 



Los astros del abismo 

, , l¿as imágenes y las visiones que nos muestra Del- 
m i ni, son representaciones y símbolos de una realidad 
más alta: esencia de realidad apurada en la copa del 
Minio . 


Albebto Zum Felde. 


Montevideo. 


. . . La poesía de Delmira Agustini es de las más 
sugeridoras que existen. Parca en el número de los 
versos, es archimillonaria en riqueza mental. . . Asom- 
bra encontrar obra de tales proporciones de manos 
femeninas . . . 


Alberto Lasplaces. 


Montevideo. 


Delmira Agustini demuestra que también puede ha- 
ber genios femeninos, al contrario de lo que afirmó nn 
din Vaz Ferreira. 


Rosa Mauthone Falco. 


165 


Montevideo. 



D tí l m i r a Ayustini 

. . . Sus versos, de forma marmórea, además de ser 
muy musicales y estar llenos de riqueza verbal, reali- 
zan algunas de las imágenes más suntuosas y origina- 
les que conozco . . . 


Raúl Montero Bustamante. 


Montevideo . 


. . .Las poesíat de Delmira Agustini constituyen un 
hallazgo originaiísimo en nuestro ambiente literario. 


Montevideo . 


Ismael Cortinas. 


... El nombre de Delmira Agustini perdurará unido 
a una de las individualidades más ricas y complejas 
de nuestras letras . . . 

Gustavo Gallinal. 


Montevideo . 


Música y alma, línea y color, vida y espíritu hallo 
en sus sílabas inspiradas, que se cierran con cien llaves 
de hierro al bajo sentir y al bajo soñar. . . 

César Miranda. 

Montevideo . 


166 



¡4 o s astros del abismo 

Ninguna mujer lia dicho cosas más admirables en 
verso. Si la muerte impidió que se concretara el genio, 
mi obra, hecha antes de los 25 años, desborda genia- 
lidad. 


Vicente A. Salaverri. 


Montevideo. 


...yo la percibo así insurgiendo bajo los pórticos 
religiosamente bellos de la trémula Atenas, frente a la 
ebriedad de las horas, bajo el nimbo de las serenidades 
extrañas, oprimiendo con el sosiego de la planta inven- 
ei lile la fidelidad de la tierra!... 

Boberto de las Carreras. 


Montevideo . 


Definirá Agustini es admirable. Ella creó una nueva 
poesíu. Las mejores poetisas de hoy no hacen sino se- 
guir su senda. 


Nylia Molinari Calleros. 


Monlevideo. 


1117 



t> e l m i r a A g u s t i u i 

...ninguna otra mujer posee con tanta facilidad la 
fórmula única del sentimiento, la expresión de lo su- 
blime ignorado. 

Federico Morador. 

Montevideo . 


. ..t«.:>ta riqueza de expresión, de imaginación y de 
sentimiento; es el vuestro un estilo ((onde se adunan 
tan armoniosamente la Poesía y el Verso, que deseo 
hacer, siquiera una vez, la apoteosis del Pensamiento 
en sus relaciones con la Forma. 

Santín Carlos Rossi. 

Montevideo . 


. . .su acento poético es seductor. Sus versos agotan 
las bellezas del ritmo ... Es una regia poetisa . 

Miguel Luis Rocuant. 


Santiago de Chile. 


. . .hacen ese su glorioso y desbordante corazón, que 
la lírica maga, frente a las muchedumbres humanas, 
levanta en alto como un cáliz litúrgico, para ofrecer en 
él la paz del consuelo a los hermanos que en la Vida han 
satánica hambre y sed de amar. 

Manuel Medina Betancort. 

Montevideo. 


168 



Los astros del abismo 

. .No fuera para mí sagrado el ritmo ni el divino 
Apolo me llamara su fiel, si al pasar por esta deliciosa, 
I mil mesea y española villa no enviara, como lo hago, 
mi homenaje a la alondra sentimental y expresiva que 
me hizo soñar tanto con aquel maravilloso trino: 

“Amor! la noche estaba trágica y sollozante.. .” 
\ n q im lia romanza inaudita a fuerza de harmoniosa: 

“ Yo la soñé impasible, formidable y ardiente. . . ” 

Ismael Urdaneta. 


( *11 rucas. 


. . . Frescor de sinceridad y sencillez prestigiada son 
lo que mejor nos cautiva en toda la producción de la 
M e 1 1 1 ¡ I poetisa. A base de sinceridad, madre de muchos 
hemes y de muy grandes poetas, ella va camino de la 
oí ¡nimilidad, haciendo sus hallazgos, preparando siem- 
pre lucimiento mejor en su jardín para la primavera 
que viene y seleccionando para honor de su tierra lo 
que en él hay. A veces en la confección se muestran 
ni mu libertades y la hebra de atadura es roja: tal vez 
i.en umi hilacha de la camisa de Garibaldi. . . 

Alberto Sánchez. 


Mogoln . 


169 



D e l m i r a Agustini 

... La labor de vuestro ingenio es una meritísima la- 
bor de artista, que se acrecienta más y toma propor- 
ciqnes inusitadas con el encanto de vuestra femínea 
originalidad. . . 


Juan Serrano. 


Caracas . 


Creo, como Maristany, que sólo puede ponérsele de- 
lante Santa Teresa de Jesús. 


Vicente Clavel. 


Barcelona . 




Se hace notar que estas opiniones, coleccionadas por la fa- 
milia, no representan sino una parte de lo mucho que se ha 
escrito sobre la excelsa lírica. — N. del E. 


170 



Índice 


)' — 

Págs. 

Juicn 7 

Delmira Agustini. 9 

OTROS “CANTOS DE LA MAÑANA” 


17 

18 

A una 19 

l-o inefable 21 

Las coronas 22 

¡ Vida! 23 

Las alas 26 

Un alma 28 

MI nudo 29 

Mué ail pasar 30 

Tú dormías 31 

Primavera 32 

Los relicarios dulces 34 

PEQUEÑOS MOTIVOS 

Poemas 37 

EL LIBRO BLANCO 

K1 poeta leva el ancla 41 

Por campos de ensueño 42 

Noche de Reyes 43 

La sed 44 

IMxilióm . 45 


D e l m i r a 


A g u s t i n i 


Págs. 

La estatua 47 

Racha de cumbres 48 

El hada color de rosa 50 

La musa 51 

Lá siembra 52 

Nardos .... 54 

Mi oración 57 

58 

Carnaval 59 

De mi numen a la Muerte 62 

El ipoeta y la diosa 63 

El poeta y la ilusión 66 

Una chispa 67 

Batiendo la selva 68 

Mi musa! triste 69 

Mis ídolos 72 

Misterio, ven 75 

Intima 77 

Explosión 80 

Amor 81 

El intruso 82 

Desde Jejos 83 

La 'copa del amor 84 

¡ Ave, envidia ! 86 

6 de Enero 88 

lA ALBORADA 
(Primera iparte) 

La violeta 93 

La Esperanza 95 

172 



Los astros del abismo 


r&g». 

Ojos-nidos . . . . : 96 

En un álbum 97 

” ” M 98 

¡ Poesía ! 99 

Crepúsculo 101 

La fantasía 103 

Flor nocturna 104 

En el álbum de la señorita E. T 106 

¡ Artistas ! 108 

Clarobscuro 109 

Fantasmas 112 

Ave de luz 115 

Evocación 117 

La duda 120 

Monóstrofe 121 

Viene 122 

Capricho 124 

LA ALBORADA 

(Segunda tpairte) 

El arte 129 

El austero 130 

Astrólogos 131 

Jirón de púrpura 132 

Al vuelo 133 

La musa gris 135 

Arabesco 137 

Nocturno hivernal 138 

Visión de Otoño 139 

Muerte magna 140 


173 



1) e l m i r a 


Agustín i 


Págs. 


Tarde pálida 141 

Medioeval 143 

La miel 145 

La canción del mendigo 146 

Pasó la ilusión 148 

Variaciones 149 

Al claro de luna 153 

Iniciación 154 

Ana 155 

Opiniones 157 



174 




Este 
libro 
fue hecho 
con todo fervor 
bajo la vigilancia de los 
padres de la excelsa poetisa 

DELMIRA AGUSTINI 

Se acabó de imprimir el día 
30 de Octubre de 1924, en 
los talleres tipográficos 
de Risso y Ay al a, 
bajo la dirección 
de un admira- 
dor sincero 
9 



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DE RECIENTE PUBLICACION 


Carlos M. Princivalle. — El Higuerón. Comedia dramá- 
tica en tres actos $ 0.35 

Boy. — El Libro de las Sondas. — Sonda del viajero. 

Bonda de la calle. Bonda del paisaje. Bonda de mis 

días ” 1.00 

J. Pou Orilla. — .Reflexiones sobre algunas corrientes es- 
pirituales europeas contemporáneas aplicables a 
nuestro país. I La Educación, n La Universidad. 

III. La Juventud. IV La mujer y la familia. Con- 
clusión. Un folleto de 56 páginas ” 0.40 

Carlos M.” Vallejo. — Castillos en el aire. (Poesías) ” 0.75 
— El arquero versátil. (Canciones y madri- 
gales) ”1.00 



OBRAS RECIENTEMENTE PUBLICADAS 


POK 

Don PEDRO COSIO 


Corrrespondencias. 

Don Pedro Cosío, actual Ministro de Hacienda, au- 
tor de las celebradas obras Las Monedas fiducia- 
rias, La Teoría del precio-impuesto, y otras de 
índole económica y social, acaba de publicar un libro 
titulado Correspondencias, en el que ha seleccio- 
nado las más importantes correspondencias periodís- 
ticas enviadas desde Europa. 

Una serie de estas correspondencias trata desde un 
punto de vista original y de interés permanente el pro- 
blema del mercado de carnes en Inglaterra, consignan- 
do hechos y observaciones que conviene conocer tanto 
a los hacendados cuanto a los hombres de gobierno. 

Un volumen de 164 páginas, $ 1.50. 

Las monedas fiduciarias y los secretos de los 
cambios y de los precios después de 1914 

Conferencia del autor en la Facultad de Ciencias 
Económicas de Buenos Aires.--Obra del profesor Gus- 
tavo Cassell, sobre la moneda y los cambios después 
de 1914. El problema monetario y el secreto de los 
cambios segfin la doctrina del profesor Gustavo Cassel. 
La moneda y los cambios en la Argentina y el Uru- 
guay. Las monedas y los cambios internacionales des- 
pués de 1914. 

1 volumen de 267 páginas, $ 2.00. 



OBRAS LITERARIAS 


DE 

VICENTE A SALAVEKRI 

J 

El autor de tantos libros elogiados por la crítica de Espa- 
ña, Francia y América, ha quedado consagrado como un fuer- 
te valor. Destaca, sin duda, actualmente, como escritor de 
costumbres. 

“Novelista del campo — escribe el notable escritor don Emi- 
lio Suárez Calimano — se ha llamado a Salavérri y ereemos 
justo el calificativo, no tanto porque el escenario de sus obras 
sea el campo, y campesinos la mayoría de sus personajes, sino 
porque lo ha sentido como ningún otro en ambas orillas del 
Plata’'. 

Recomiéndase muy especialmente la lectura de los siguien- 
tes libros: 

ESTE ERA UN PAIS 

\ 

- del que afirma el gran novelista chileno Eduardo Barrios, lo 
siguiente: “Bien puede decir quien lo lea que ha ido al Uru- 
• guay.” 

El» HIJO DHL LEÓN 

obra de la cual ha escrito el insigne costumbrista argentino 
Benito Lrynch: “Es la novela que con más enjundia de ver-^ 
dad se haya escrito sobre el teína (campero) en esa o én esta 
orilla del gran río”. 

EL CORAZÓN DE MARIA 

' die trama mellos esperta, pero con capítulos que llegan al ‘ ‘ su- 
blime patético escalofriante”, como expresó el miembro de 
la Real Academia Española, don B. Morales de San Martín. 



DT5F0MiIAB.SE ES VIVIR. ., 

bello volumen que figura en la “Selección de novelas bre- 
ves” de la Editorial Cervantes de Barcelona, entre trabajos 
■de Tolstoy, Dickens, Turgueniev, Esa de Queiroz, etc. 

CUENTOS DEL RIO DE LA PLATA 

espléndida colección de versos en la cual se agudizan las 
condiciones de cuentista que impusieron a Salaverri desde la 
aparición de ‘‘La vida humilde”, 

FLORILEGIO DE PROSISTAS URUGUAYOS 

-donde el seleccionado! ofrece muestras de lo que el ingenio 
uruguayo produjo en los más difíciles géneros del muy difícil 
arte de escribir. 

DEL PICADERO AL PROSCENIO 

libro periodístico, - pero muy interesante, donde oyendo a los 
viejos actores nacionales llega a saberse cómo se fundó nuestro 
teatro. 


OBRAS DE JULIO HERRERA Y RE1SSIG 


Los Peregrinos de Piedra. (Poesías) . . . 

. . $ 

1.50 

Las Pascuas del Tiempo. (Poesías) .... 

>> 

1.50 

lías Lunas de Oro. (Poesías) 

4 . 9 9 

1.50 

El Teatro de los Humildes. (Poesía») . . . 

9 9 

1.50 

Prosas. — Crítica, Cuentos y Comentarios , 

9 ; 

1.00 


ACABA DE APARECER 


Elena Rossi Delucchi. — Como ©1 ave de alas blan- 
cas . (Poemas en prosa). 1 volumen artísticamente 
ilustrado ”1.00 



lmp. u BI Siglo Ilnitrodo”, 
S*b Joií, 988 • ■onteTldoo